De un lado a otro he seguido sus pasos.
La he oído como quien oye una canción.
La seguí, descubrí las cosas que amaba y las que no, y todo eso me sirvió para conocer de verdad a mi madre.
Apenas unas horas después de nacer, una niña ve partir a su madre hacia las montañas azules de Australia. La mujer cabalga como un torbellino para huir del pasado, para evitar ir a la cárcel y para escapar de un marido que la ha esclavizado.
Esa madre no es una criminal como otra cualquiera: estamos hablando de la legendaria bandolera australiana Jessie Hickman, una amazona que vivió a principios del siglo XX e hizo lo indecible con tal de conquistar su libertad. Jessie se interna en las montañas, pero no lo hace del todo sola. Durante la huida, siempre la acompaña una voz llena de compasión: la de esa hija que no solo la perdona, sino que la anima a seguir corriendo y a ser la dueña de su propia vida.
En la tradición de Cormac McCarthy y Flannery O'Connor, Un mal día para nacer es como un puñetazo inesperado, una vuelta de tuerca que pone en tela de juicio los tópicos sobre la sensibilidad femenina y los límites de la libertad: sus palabras se convierten en preguntas y se quedan clavadas en el ánimo del lector, ahí donde más duele.
«Esta novela, que nace del talento feroz de una escritora brillante, deslumbra, pasma y asombra.»
Elizabeth Gilbert, autora de Come, reza, ama
La he oído como quien oye una canción.
La seguí, descubrí las cosas que amaba y las que no, y todo eso me sirvió para conocer de verdad a mi madre.
Apenas unas horas después de nacer, una niña ve partir a su madre hacia las montañas azules de Australia. La mujer cabalga como un torbellino para huir del pasado, para evitar ir a la cárcel y para escapar de un marido que la ha esclavizado.
Esa madre no es una criminal como otra cualquiera: estamos hablando de la legendaria bandolera australiana Jessie Hickman, una amazona que vivió a principios del siglo XX e hizo lo indecible con tal de conquistar su libertad. Jessie se interna en las montañas, pero no lo hace del todo sola. Durante la huida, siempre la acompaña una voz llena de compasión: la de esa hija que no solo la perdona, sino que la anima a seguir corriendo y a ser la dueña de su propia vida.
En la tradición de Cormac McCarthy y Flannery O'Connor, Un mal día para nacer es como un puñetazo inesperado, una vuelta de tuerca que pone en tela de juicio los tópicos sobre la sensibilidad femenina y los límites de la libertad: sus palabras se convierten en preguntas y se quedan clavadas en el ánimo del lector, ahí donde más duele.
«Esta novela, que nace del talento feroz de una escritora brillante, deslumbra, pasma y asombra.»
Elizabeth Gilbert, autora de Come, reza, ama