Ser cartera te da oportunidad de aprender muchas cosas. Es lo que siempre dice Amor, quien, pese a los recortes y las duras jornadas recorriendo la ciudad con una pesada saca de cartas, sabe sacarle partido a su profesión. Conoces gente, ves los movimientos en el barrio, notas los cambios en jardines y mascotas, adviertes enseguida los envíos sospechosos… Amor, bella y suspicaz, empieza a desconfiar al tener que entregar cada día un sobre certificado urgente en el mismo domicilio. Lo peor es que no está preparada para que le abra la puerta un enorme y arrebatador hombre, que parece recién salido de un anuncio de colonia. Maduro, atractivo, con increíbles ojos azules, recibe cada día su correo (y a Amor) con una sonrisa que quita la respiración. Amor se siente cautivada, aunque no entiende por qué se muestra tan cortés con ella, una simple empleada de Correos vestida con botas, un gastado abrigo y el casco de la moto. ¿No será que quiere ganársela porque tiene algo que ocultar? Desde luego, su acento extranjero es difícil de identificar. ¿Será un mafioso? ¿Un psicópata? Cuando el misterioso forastero la invita a cenar, nuestra bella y joven heroína sabe que, tal vez, esté metiéndose ella sola en la boca del lobo…
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