Gabrielle siempre había sido una mujer activa, independiente y segura de sí misma, pero la reaparición de Adam Dysart en su vida, con su carisma y su irresistible arrogancia, hizo que toda su estabilidad se viniera abajo como un castillo de naipes.
Gabrielle volvió a Pennington temporalmente, o al menos eso pensaba ella, para hacerse cargo del negocio de su padre, pero le bastaron unas pocas noches sola en la aislada granja familiar para comenzar a suspirar por la fuerte y reconfortante presencia masculina de Adam. Sabía que, si lo dejaba entrar en su vida, lo dejaría entrar en su cama también, y sospechaba que Adam escondía algo...