Esta novela comienza en el principio de los mundos, paraje mágico en donde el tiempo se ha detenido, apareciendo allí Renato Bonet de Tun Kim misteriosamente, teniendo en ese lugar un encuentro con nuestra naturaleza original semejante a un satori o despertar del zen, partiendo de ahí una trama mitológica desplegándose en una metáfora de esa comunión con la esencia de la naturaleza. Y, por otra parte, en paralelo, en armonía y coexistiendo, en capítulos alternos, este personaje, un pintor expresionista del siglo XXI, nos va mostrando en su vertiente social los desajustes con que se va encontrando en nuestra sociedad actual, así como los de su interior (crítica social y proceso autocrítico) en relación a su cotidiano quehacer en el campo del arte, enfrentándose a unas estructuras de mercado totalitarias, las cuáles conllevan una profanación de la cultura.
Se trata de una fábula en la cual se mantienen los valores humanos y artísticos, las raíces de la esencia de nuestra cultura, siendo a su vez una obra moderna en donde, por otra parte, se rompen esquemas. Nos devuelve, de un modo vital, a nuestras buenas tradiciones milenarias con nuevas formas expresivas poniéndolas al día, lo cual puede ser de gran provecho para la humanidad cuando nos estamos hundiendo en una sociedad tan ciega y carente de valores humanos, en donde la banalización de la cultura y de la espiritualidad en general alterna con la falta de interés por ellas, llevando lo uno a lo otro por falta de honestidad, lo cual parece ser, en gran medida, lo que más vende y, por tanto, más sale a la luz del mundo, y de lo cual más se está nutriendo mentalmente la humanidad de este tiempo.
Se trata de una fábula en la cual se mantienen los valores humanos y artísticos, las raíces de la esencia de nuestra cultura, siendo a su vez una obra moderna en donde, por otra parte, se rompen esquemas. Nos devuelve, de un modo vital, a nuestras buenas tradiciones milenarias con nuevas formas expresivas poniéndolas al día, lo cual puede ser de gran provecho para la humanidad cuando nos estamos hundiendo en una sociedad tan ciega y carente de valores humanos, en donde la banalización de la cultura y de la espiritualidad en general alterna con la falta de interés por ellas, llevando lo uno a lo otro por falta de honestidad, lo cual parece ser, en gran medida, lo que más vende y, por tanto, más sale a la luz del mundo, y de lo cual más se está nutriendo mentalmente la humanidad de este tiempo.