Everything but blue desarrolla su trama en torno a las circunstancias que originaron el fenómeno de las subastas millonarias de obras de arte desde una perspectiva irónica e incluso mordaz.
Londres, Palma y el pueblo mallorquín de Galilea son los escenarios por los que transitan las memorias de un crítico de arte jubilado y atípico, recreando los ambientes artísticos y los acontecimientos culturales más representativos, donde los personajes de ficción se entremezclan con figuras reales, entre los que destacan Peggy Guggenheim, Marcel Duchamp o Roger Fry, que adquieren un peso específico en la trayectoria existencial de los protagonistas. Las pasiones, intereses y fobias de un artista ingenuo, una coleccionista malvada y un galerista codicioso culminarán cuarenta años después con los tejemanejes delictivos de un empresario pusilánime y el afán de protagonismo de su mujer.
La volatilidad de los parámetros estéticos del arte actual propicia que a cualquier advenedizo le resulte relativamente fácil hacerse pasar por entendido, y que el público, en general, deje a un lado lo que dicta el sentido común por temor a hacer el ridículo.
Everything but blue invita al lector a una reflexión lúdica sobre el arte contemporáneo sin temor a expresar lo que realmente piensa y no se atreve a decir.
Londres, Palma y el pueblo mallorquín de Galilea son los escenarios por los que transitan las memorias de un crítico de arte jubilado y atípico, recreando los ambientes artísticos y los acontecimientos culturales más representativos, donde los personajes de ficción se entremezclan con figuras reales, entre los que destacan Peggy Guggenheim, Marcel Duchamp o Roger Fry, que adquieren un peso específico en la trayectoria existencial de los protagonistas. Las pasiones, intereses y fobias de un artista ingenuo, una coleccionista malvada y un galerista codicioso culminarán cuarenta años después con los tejemanejes delictivos de un empresario pusilánime y el afán de protagonismo de su mujer.
La volatilidad de los parámetros estéticos del arte actual propicia que a cualquier advenedizo le resulte relativamente fácil hacerse pasar por entendido, y que el público, en general, deje a un lado lo que dicta el sentido común por temor a hacer el ridículo.
Everything but blue invita al lector a una reflexión lúdica sobre el arte contemporáneo sin temor a expresar lo que realmente piensa y no se atreve a decir.