Tercera entrega de la serie HUMORTOPÍA (de lectura independiente respecto de "Cien Años Después. 2092, Humortopía 1", y de "2099 Humortopía 2. O como partirse el culo de la Risa").
Estamos en el año 2112. Nuevo viaje al pasado con las tarjetas defectuosas I.T.M. (Individual Temporal Machine), con las Máquinas Individuales de Tiempo. Solo quedan en el mundo apenas media docena de éstas con fallos de fabricación. Fallos que posibilitan "saltos" en el tiempo en el cual el hecho histórico visitado se verá tergiversado en clave de humor (o de despiporre absoluto). A ver, visitar hechos históricos ajustándose a la verdadera Historia con las ITMs perfectas y de última generación, no tiene ninguna gracia (además la poseen varios cientos de millones de personas en todo el planeta). Hacerlo con una las seis o siete "chungas" que funcionan de manera clandestina, es lo más de lo más.
En esta nueva y descojonante aventura, en este nuevo "salto" (con una de las tarjetas temporales "changás". Solo quedan media docena de éstas en el planeta y son cansinamente perseguidas por la Autoridad Mundial, al considerar el Alto Estamento Universal que estas seis o siete "chungas" son muy peligrosas para la Salud de los ciudadanos en tanto en cuanto se ha detectado que las mismas son ciertamente adictivas), una joven adolescente viaja al pasado y se enrola -se hace pasar por grumete- en la nao "Victoria" (la "Viky")- con Don Fernando de Magallanes y con Don Juan Sebastián Elcano en su primera (y no buscada) vuelta al orbe mundial. Es, precisamente, Elcano quién narra, en primera persona y a petición de su amigo, Don Juan Ochoa de Urdaneta, tan delirante, hilarante, despanzurrante y épica aventura.
Ella ("él", Gonzalo de Cáceres, "Gonzalillo"), la joven "temporeitors" travestida en grumete, como los demás, las van a pasar en el viaje pero que muy putas, aunque también las risas y las carcajadas serán el denominador común de la vida diaria de la flota que, desde Sanlúcar de Barrameda, iniciaron tan singular y tan simpar periplo.
Una extraña mezcla de personajes históricos con personajes ficticios que da mucho juego humorístico. Un despendole total en el día a día de estas tripulaciones. Y un desenlace de la aventura, cuya síntesis se halla reflejada en una placa situada en la actual fachada del Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, donde aparecen los 18 nombres de los 18 hombres (de 234, que se dice pronto) que después de tres años de viaje consiguien volver a casa . Todo ello, tras infinidad de penalidades y miles y miles de carcajadas.
Lenguaje marinero-portuario de la época (se pueden imaginar); explícito, procaz. farragoso, irreverente, patibulario y, a veces, agudo, ingenioso, irónico, sarcástico, obsceno y escatológico, claro que, entre risas y carcajadas va quedando un "pelín" más suavecito. O no. Asimismo, la vida a bordo echándose unas cuantas risas, un montón de mala leche, un buen puñado de sonrisas y varios quintales de carcajadas, promueve entre compañeros un cierto pero laxo pseudocompañerismo, un tibio sentido del deber, una templada amistad, una relativa tolerancia dada la época, unas gotas (pocas. El racismo de la época era exacerbado hasta el infinito y más allá) de entendimiento interracial y multinacional y, en algunos casos, hasta pinceladas de cariño merengón entre "compis". Además de algún que otro toque de "berraqueo" picante-lascivo (234 tíos y ninguna tía, ya me dirán). Pero es lo que hay. Pues, ante todo y antes que nada, los personajes y el autor primero se ríen de sí mismos para, luego, poder reírse un poquito/mucho de todos los demás (de hecho, "no dejamos títere con cabeza").
Aventuras y aventuras con mucha base histórico-verídica. Para reír como si no fuera haber un mañana; la risa, la sonrisa y la carcajada para olvidarse de todo lo malo que nos aqueja; el HUMOR (con mayúsculas) como nueva y universal religión.
Que la Risa les acompañe en la lectura del "Tocho 3". Si así es: objetivo cumplido.
Estamos en el año 2112. Nuevo viaje al pasado con las tarjetas defectuosas I.T.M. (Individual Temporal Machine), con las Máquinas Individuales de Tiempo. Solo quedan en el mundo apenas media docena de éstas con fallos de fabricación. Fallos que posibilitan "saltos" en el tiempo en el cual el hecho histórico visitado se verá tergiversado en clave de humor (o de despiporre absoluto). A ver, visitar hechos históricos ajustándose a la verdadera Historia con las ITMs perfectas y de última generación, no tiene ninguna gracia (además la poseen varios cientos de millones de personas en todo el planeta). Hacerlo con una las seis o siete "chungas" que funcionan de manera clandestina, es lo más de lo más.
En esta nueva y descojonante aventura, en este nuevo "salto" (con una de las tarjetas temporales "changás". Solo quedan media docena de éstas en el planeta y son cansinamente perseguidas por la Autoridad Mundial, al considerar el Alto Estamento Universal que estas seis o siete "chungas" son muy peligrosas para la Salud de los ciudadanos en tanto en cuanto se ha detectado que las mismas son ciertamente adictivas), una joven adolescente viaja al pasado y se enrola -se hace pasar por grumete- en la nao "Victoria" (la "Viky")- con Don Fernando de Magallanes y con Don Juan Sebastián Elcano en su primera (y no buscada) vuelta al orbe mundial. Es, precisamente, Elcano quién narra, en primera persona y a petición de su amigo, Don Juan Ochoa de Urdaneta, tan delirante, hilarante, despanzurrante y épica aventura.
Ella ("él", Gonzalo de Cáceres, "Gonzalillo"), la joven "temporeitors" travestida en grumete, como los demás, las van a pasar en el viaje pero que muy putas, aunque también las risas y las carcajadas serán el denominador común de la vida diaria de la flota que, desde Sanlúcar de Barrameda, iniciaron tan singular y tan simpar periplo.
Una extraña mezcla de personajes históricos con personajes ficticios que da mucho juego humorístico. Un despendole total en el día a día de estas tripulaciones. Y un desenlace de la aventura, cuya síntesis se halla reflejada en una placa situada en la actual fachada del Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, donde aparecen los 18 nombres de los 18 hombres (de 234, que se dice pronto) que después de tres años de viaje consiguien volver a casa . Todo ello, tras infinidad de penalidades y miles y miles de carcajadas.
Lenguaje marinero-portuario de la época (se pueden imaginar); explícito, procaz. farragoso, irreverente, patibulario y, a veces, agudo, ingenioso, irónico, sarcástico, obsceno y escatológico, claro que, entre risas y carcajadas va quedando un "pelín" más suavecito. O no. Asimismo, la vida a bordo echándose unas cuantas risas, un montón de mala leche, un buen puñado de sonrisas y varios quintales de carcajadas, promueve entre compañeros un cierto pero laxo pseudocompañerismo, un tibio sentido del deber, una templada amistad, una relativa tolerancia dada la época, unas gotas (pocas. El racismo de la época era exacerbado hasta el infinito y más allá) de entendimiento interracial y multinacional y, en algunos casos, hasta pinceladas de cariño merengón entre "compis". Además de algún que otro toque de "berraqueo" picante-lascivo (234 tíos y ninguna tía, ya me dirán). Pero es lo que hay. Pues, ante todo y antes que nada, los personajes y el autor primero se ríen de sí mismos para, luego, poder reírse un poquito/mucho de todos los demás (de hecho, "no dejamos títere con cabeza").
Aventuras y aventuras con mucha base histórico-verídica. Para reír como si no fuera haber un mañana; la risa, la sonrisa y la carcajada para olvidarse de todo lo malo que nos aqueja; el HUMOR (con mayúsculas) como nueva y universal religión.
Que la Risa les acompañe en la lectura del "Tocho 3". Si así es: objetivo cumplido.
