La vida de Brahím, protagonista de este relato, desde su infancia compartida entre Tinduf y Madrid hasta la conquista de un bien ganado prestigio como médico en su país y fuera de él, es el hilo conductor que nos adentra en la precaria forma de vida del pueblo saharaui, sus conflictos internos. Nos muestra una realidad que difiere de la somera idea que existe de ese pueblo y las circunstancias en que malvive.
Su dominio del castellano y su evidente facilidad para el estudio aconsejan a la autoridad saharaui enviarle a cursar estudios de medicina a Cuba. Los años de permanencia en esa isla le permiten observar otra forma de vida distinta. También con carencias importantes de libertad, pero a pesar de todo diferente a la su país. Allí conoce a Zoe que se convertirá en la mujer de su vida. El contacto con su familia permite a Brahím un conocimiento más profundo de la realidad cubana, precisamente en el momento en que se empezaba a vislumbrar el fin del embargo de Estados Unidos.
Ante la boda que, poco a poco, va cuajando, Brahím deja muy claro que su intención es ejercer la medicina en su campamento, a lo que Zoe, ya graduada como enfermera, presta ilusionada su adhesión. La boda se celebra primero por el rito católico en Cuba, y más tarde por el árabe en Tinduf, unido a la ilusión del nuevo estado y el hecho de poder ejercer su profesión junto a su marido sumen a Zoe en una felicidad contagiosa a la que también colabora el trato que recibe de todas las personas que va conociendo, las costumbres y las tradiciones.
El prestigio que Brahím va consiguiendo como cirujano sobrepasa las fronteras de su mundo en el desierto, y esto le obliga a frecuentes estancias fuera de Tinduf. Esta nueva forma de estar en la profesión y en la familia, el nacimiento de su primer hijo, y un segundo que viene de camino, mutarán completamente el sentido de su vida matrimonial.
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