Pecaría de pretencioso si buscase un padrino rumboso para bautizar este librillo. Te necesito benévolo. Allá en mis años de estudiante, un padre venerable —debió ser ante la fecha de san José— me preguntó si sentía devoción al santo. No recuerdo mi contestación pero sí su gesto de extrañeza. No debió complacerle la respuesta. Años después, en contacto con las Obras de santa Teresa y de sus hijos, cobró fuerza y sentido teológico mi admiración y devoción. Murió aquel venerable padre; si hoy me leyera esbozaría una leve sonrisa
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