Pierce conoce el más allá. Ha estado allí antes. Por mucho que intente recuperar su vida antes del accidente, Pierce está apuntalada entre este mundo y el otro. Su sino es sentirse observada, siempre perseguida. Escapar del umbral de la muerte es imposible cuando alguien te retiene. Desde que se muda de ciudad y empieza en otro colegio, siente que puede cambiar de aires. Quizá de esa manera deje de sentir miedo. Pero es imposible. Él la encuentra y la necesita de vuelta. Pierce sabe que él no es precisamente su ángel de la guarda y que no ha venido directamente del Paraíso...sino de un lugar mucho más oscuro.
Pero ella no puede escapar porque él aparece cuando menos se lo espera...cuando más lo necesita. Y el más mínimo titubeo la conduce hacia donde más teme: los Infiernos.
El mito de Perséfone en su versión más oscura.