La pedagogía salesiana y el acompañamiento espiritual, partes constitutivas de la formación, son, ante todo, experiencia de vida; y así lo fueron para Don Bosco. Antes que autor de tratados ascéticos o pedagógicos, Don Bosco fue padre espiritual y educador. Este sencillo trabajo quiere prevenir del riesgo de que los herederos de su espiritualidad pudiéramos ir perdiendo de vista no solo el significado que tuvo desde los albores de nuestra tradición carismática el ministerio de la dirección espiritual, sino la memoria misma de la persona y del mensaje pedagógico y espiritual del Fundador. Sin ello, acabaríamos por ignorar la razón de ser de nuestra específica presencia testimonial y apostólica en la Iglesia, de lo que se derivarían gravísimas consecuencias.
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