Cada atardecer las campanas de Venecia advierten a sus habitantes del inicio del toque de queda: la noche pertenece a las sombras de la laguna, a los ingenios de las historias de terror. Con la oscuridad los venecianos encienden las lámparas de los salones e ignoran las calles desiertas en fiestas que duran hasta el amanecer. Beate Varese pertenece a las aiunteri, la orden que organiza los banquetes y bailes del palacio real. Como buena veneciana ha sabido darle la espalda a la bruma y al hielo toda su vida, hasta que de repente, días antes del baile más importante del año, es la bruma quien sale a buscarla...
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