No sé dónde la esconden, pero todas las mujeres tienen una especie de agenda de errores –tuyos, claro– guardada cuidadosamente entre los pliegues de su cerebro. Da igual cuánto tiempo pase. Da igual cuántas veces te lo haya reprochado. Da igual en qué ocasiones te hayas arrepentido y excusado. Da igual si en el pasado te han perdonado o no. La fatídica agenda vuelve a abrirse en cuanto ellas se meten en serio en una discusión y entonces, prepárate, porque vas a escuchar meticulosamente planteados por orden cronológico, con pelos y señales, invariablemente exactos, con las palabras justas y la carga necesaria de desprecio o indignación, todos tus fallos, errores y pasadas.
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