Una de las características más destacadas del momento actual la constituye precisamente el convencimiento generalizado de que el recurso a la historia ya no ilumina nuestro presente. Adiós, historia, adiós intenta analizar las causas por las que ello ha podido ocurrir.
Porque, en efecto, no hemos llegado a un escenario así por casualidad, ni, menos aún, como resultado de ninguna fatalidad o destino. En cierto modo incluso podríamos decir que constituye un desenlace previsible de la confluencia de un esquema mental con el que abordar lo humano, el diseñado por la Modernidad, y las transformaciones que ha ido sufriendo nuestra sociedad en los planos social, económico y político en las últimas décadas. El proyecto moderno nace con el desarrollo del modo de producción capitalista y lo ha acompañado en sus cambios hasta el presente. Ambos han sufrido su propia evolución, que no siempre ha ido acompasada.
El ideal ilustrado acabó dando lugar a patologías en el plano del discurso político que finalmente han quedado asociadas al siglo xx mismo. Por su parte, el modelo de crecimiento económico y de producción de riqueza ha ido adoptando una deriva tal, que ahora se diría que precisamente él constituye la causa de buena parte de los males que nos asolan. En definitiva: ni estamos donde esperábamos, ni somos como (¿o quiénes?) creíamos podría ser la forma de resumir la percepción que en esta época tenemos de nosotros mismos y del lugar en que hemos ido a desembocar. De ahí a afirmar que no hemos aprendido nada de la historia o, peor aún, a sostener que la historia nada puede enseñarnos no hay más que un paso que la presente obra intenta mostrar que ya hemos empezado a dar.
Porque, en efecto, no hemos llegado a un escenario así por casualidad, ni, menos aún, como resultado de ninguna fatalidad o destino. En cierto modo incluso podríamos decir que constituye un desenlace previsible de la confluencia de un esquema mental con el que abordar lo humano, el diseñado por la Modernidad, y las transformaciones que ha ido sufriendo nuestra sociedad en los planos social, económico y político en las últimas décadas. El proyecto moderno nace con el desarrollo del modo de producción capitalista y lo ha acompañado en sus cambios hasta el presente. Ambos han sufrido su propia evolución, que no siempre ha ido acompasada.
El ideal ilustrado acabó dando lugar a patologías en el plano del discurso político que finalmente han quedado asociadas al siglo xx mismo. Por su parte, el modelo de crecimiento económico y de producción de riqueza ha ido adoptando una deriva tal, que ahora se diría que precisamente él constituye la causa de buena parte de los males que nos asolan. En definitiva: ni estamos donde esperábamos, ni somos como (¿o quiénes?) creíamos podría ser la forma de resumir la percepción que en esta época tenemos de nosotros mismos y del lugar en que hemos ido a desembocar. De ahí a afirmar que no hemos aprendido nada de la historia o, peor aún, a sostener que la historia nada puede enseñarnos no hay más que un paso que la presente obra intenta mostrar que ya hemos empezado a dar.