Ajusticiados admite ser una novela inscrita en lo fronterizo, ya que franquea las murallas de la Historia y logra que el lector se enfrente y se identifique con las injusticias de su tiempo. Sus páginas están teñidas de sangre, de delitos, de políticos sedientos de poder, de seres ególatras, traidores y corruptos.
A través de una extraordinaria recreación histórica, la autora nos traslada al París del Terror, en donde el nepotismo marca, inexorablemente, el vértigo de aquella locura. Sin embargo, los personajes cardinales envueltos en el ideal de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad, nos ofrecen una inquebrantable enseñanza acerca del amor.
La destreza de Juana Hernández Conesa para congregar el lirismo y la sensualidad descriptiva con el retrato psicológico de los personajes hace de esta obra “en el sentido wagneriano” un relato total. Un relato que nos aboca, a su vez, a un torbellino de sensaciones y sentimientos que procuran en el lector un deseo invencible por implicarse en los acontecimientos. Un deseo de regresar en el tiempo, para emplazar a los protagonistas y reivindicar la inocencia de cuantos fueron acusados, sin ser culpables.
En definitiva, Ajusticiados es una denuncia. Al final de la lectura de esta estremecedora apología, la trama desvela una lección: que la “Justa Justicia”, en donde no prescriben los delitos, debe condenar a los miserables y, del mismo modo, devolver la inocencia a los inocentes, para que vivan como tales, en la memoria de la posteridad.
Miguel Roca Rubio.
Abogado
A través de una extraordinaria recreación histórica, la autora nos traslada al París del Terror, en donde el nepotismo marca, inexorablemente, el vértigo de aquella locura. Sin embargo, los personajes cardinales envueltos en el ideal de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad, nos ofrecen una inquebrantable enseñanza acerca del amor.
La destreza de Juana Hernández Conesa para congregar el lirismo y la sensualidad descriptiva con el retrato psicológico de los personajes hace de esta obra “en el sentido wagneriano” un relato total. Un relato que nos aboca, a su vez, a un torbellino de sensaciones y sentimientos que procuran en el lector un deseo invencible por implicarse en los acontecimientos. Un deseo de regresar en el tiempo, para emplazar a los protagonistas y reivindicar la inocencia de cuantos fueron acusados, sin ser culpables.
En definitiva, Ajusticiados es una denuncia. Al final de la lectura de esta estremecedora apología, la trama desvela una lección: que la “Justa Justicia”, en donde no prescriben los delitos, debe condenar a los miserables y, del mismo modo, devolver la inocencia a los inocentes, para que vivan como tales, en la memoria de la posteridad.
Miguel Roca Rubio.
Abogado