LA PRIMAVERA……… Nada hay en el hombre tan grato a Dios como el arrepentimiento; pero en ciertas cosas, tal vez en las mÞs, nada hay tampoco humana y terrenamente tan inötil. Lo que al hombre le importa es no hacer nada de que despuæs haya de arrepentirse. Y yo, lo confieso, hice algo en este gænero al prometer que escribirêa un artêculo sobre la Primavera. Y no porque yo me crea incapaz de percibir, sentir y estimar en todos sus quilates el valor y la belleza de la estaciïn florida. Nada menos que eso. Yo presumo de muy sensible a los encantos naturales. Me apuesto con el mÞs pintado a sentir honda y poæticamente la gala de las færtiles praderas, la lozanêa de los verjeles, el apartamiento silencioso de los sotos umbrêos, el aire embalsamado por el aroma de las violetas, la sierra pedregosa cubierta de tomillo y romero, el blando murmullo de los arroyos, los amorosos gorjeos del ruiseíor, el lÞnguido arrullo de la tïrtola y los trinos alegres con que las aves saludan a la blanca aurora cuando abre con dedos de rosa las puertas del Oriente. Por desgracia, una cosa es sentir y otra expresar bien lo sentido. De este segundo don es del que carezco
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