La Guerra Civil española fue, sobre todo, un enfrentamiento cruel, sanguinario y encarnizado entre dos bandos en los que el odio y la irracionalidad fueron los principales motores de la barbarie. Se mató indiscriminadamente. Las estimaciones menos exageradas hablan de miles de asesinatos en los primeros meses de la contienda.
¿Era legítimo escudarse en el pretexto de que todos lo hacían? ¿Podía alegarse que era imposible resistir a la presión social y dejar de distinguir entre lo que estaba bien y lo que estaba mal? ¿Había que eliminar al enemigo con o sin justificación?
Para el autor, no. Es más, dentro de aquel desbordamiento de violencia que se vivió los primeros meses, hubo quien supo ver claro y no se dejó llevar por la sinrazón. Fueron muchos los hombres y las mujeres que se resistieron ante la miseria moral y pusieron en riesgo su propia vida para salvar la de otros, aunque no pensaran o creyeran lo mismo que ellos.
Este no es un libro sobre héroes, sino sobre personas normales y corrientes que, en un clima que parecía llevar a una violencia criminal sin límites, fueron capaces de encontrar los recursos morales necesarios para evitarla.
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