Alicia en el país de las maravillas es el relato infantil de las aventuras de una niña bajo tierra, pero también una obra llena de asombros y riquezas, un clásico en la medida que nos sigue permitiendo obtener de él nuevas preguntas y respuestas. La peripecia de Alicia nos enseña a interrogar con mirada fresca e inquisitiva el estado de las cosas. Virginia Woolf dijo que no era un libro para niños, sino un libro en el que nos convertimos en niños. Sin embargo, la obra no sólo ha fascinado a artistas y escritores, su influencia también se extiende al terreno de los científicos y los pensadores. Bertrand Russell, por ejemplo, utilizó la tetera voladora del Sombrero Loco en su defensa del escepticismo en materia religiosa para ilustrar el hecho de que la carga de la prueba debía recaer en quienes hacían afirmaciones científicamente irrefutables y no al contrario: a él correspondería demostrar su afirmación (si le ocurría hacerla) de que una minúscula tetera de porcelana demasiado pequeña para ser vista orbitaba entre la Tierra y Marte. Da la impresión de que la obra es un pozo de respuestas a la espera de ser extraídas a la superficie por medio de preguntas adecuadas. Unas preguntas y respuestas que nos permiten crecer.
¡Hjckrrh! publica la obra para conmemorar el sesquicentenario de la primera edición con las cuarenta y dos ilustraciones originales de Tenniel cuidadosamente maquetadas en formato digital por Javier Guerrero. La traducción presenta una lectura fresca del texto en la que el énfasis no está exclusivamente puesto en los prodigios de la tierra visitada sino que, según indica el prólogo, deja abiertas algunas puertas que, al igual que en el original, permiten ir más allá de la fábula y jugar con la lógica, el lenguaje y la referencialidad.
¡Hjckrrh! publica la obra para conmemorar el sesquicentenario de la primera edición con las cuarenta y dos ilustraciones originales de Tenniel cuidadosamente maquetadas en formato digital por Javier Guerrero. La traducción presenta una lectura fresca del texto en la que el énfasis no está exclusivamente puesto en los prodigios de la tierra visitada sino que, según indica el prólogo, deja abiertas algunas puertas que, al igual que en el original, permiten ir más allá de la fábula y jugar con la lógica, el lenguaje y la referencialidad.