Hoy día se hace énfasis en la importancia de comer bien y hacer deporte para mantener nuestro cuerpo sano y fuerte. También se da mucha importancia a la buena figura o presentación personal, cosas por supuesto a tener en cuenta. Pero la composición de nuestro ser va más allá del cuerpo físico y natural.
Nuestro ser es tripartito, está compuesto por el espíritu, el alma y el cuerpo. El alimento natural nutre nuestro cuerpo, y con placer disfrutamos la buena comida. Sin embargo debemos tener en cuenta que es vital alimentar nuestro ser interior, nuestro espíritu. A veces las altas velocidades de la era actual y un marcado énfasis en lo físico y material, nos hace olvidar o descuidar la vida interior, la vida espiritual, produciéndose así un caos personal, un profundo estrés, un gran fracaso o el desesperante deseo de salir huyendo y abandonarlo todo.
Es interesante considerar aquí que el Señor Jesús nos enseñó: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”, y esto se hace a través de la meditación y estudio de la Palabra de Dios. Cuando dejamos de oírla, leerla y estudiarla, nuestro espíritu se hace vulnerable a los ataques del enemigo, y débil ante las tentaciones y obstáculos de la vida diaria.
Éste libro “ALIMENTO PARA EL ESPÍRITU” (Tomo 1) procura ser una herramienta de reflexión y edificación espiritual cristiana en medio de tu vida diaria. Te sugiero leer una reflexión (o capítulo) cada día, acompañada de una oración en la que permitas a Dios obrar en tu corazón.
Nuestro ser es tripartito, está compuesto por el espíritu, el alma y el cuerpo. El alimento natural nutre nuestro cuerpo, y con placer disfrutamos la buena comida. Sin embargo debemos tener en cuenta que es vital alimentar nuestro ser interior, nuestro espíritu. A veces las altas velocidades de la era actual y un marcado énfasis en lo físico y material, nos hace olvidar o descuidar la vida interior, la vida espiritual, produciéndose así un caos personal, un profundo estrés, un gran fracaso o el desesperante deseo de salir huyendo y abandonarlo todo.
Es interesante considerar aquí que el Señor Jesús nos enseñó: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”, y esto se hace a través de la meditación y estudio de la Palabra de Dios. Cuando dejamos de oírla, leerla y estudiarla, nuestro espíritu se hace vulnerable a los ataques del enemigo, y débil ante las tentaciones y obstáculos de la vida diaria.
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