Una columna que acabó en una serie
Una noche cálida de septiembre, cenando en un restaurante italiano de Madrid con la periodista Leila Guerriero, nos contaba sorprendida al reducido equipo de Babelia que, desde que había llegado a la ciudad, los periodistas con los que se había cruzado, no paraban de preguntarle por la crisis del sector. Como si el periodismo estuviera a punto de morir. Hablamos, claro está, de los problemas que rodean a esta profesión y a las empresas que nos contratan.
Para los periodistas latinoamericanos la precariedad y la crisis no son una consecuencia de los nuevos usos sino algo que siempre estuvo allí, bajo sus dictaduras o sus democracias incipientes. Desgranamos nombres de periodistas que todavía nos hacen vibrar con sus crónicas desde México, Bogotá o Lima, gente que escribe pensando que lo mejor que puede esperar es el peor de los escenarios posibles y, aun así, ejercen la insistencia hasta el final. Allí surgió una columna para Babelia que se tituló Periodismo pero a partir de ahí la bola de nieve siguió creciendo.
¿Qué ocurre en América Latina para que en Europa hablemos tanto de ellos? ¿El periodismo de investigación y la crónica no son parte también de la literatura? ¿La vitalidad y la renovación que se vive en el periodismo se podían aplicar también a la nueva literatura? Ahí mismo nació una propuesta de serie. Iniciamos consultas con editores y periodistas para chequear nombres y cruzar datos. Buscábamos gente joven, escritores de los que se hablara en el futuro. No importaba que no hubieran sido editados en España.
Tras darle muchas vueltas, Raquel Garzón se encargó de explicar en un reportaje lo que se cuece hoy en esos países y con qué ingredientes. Fue la portada del 3 de agosto de 2013. A partir de ahí, cada semana incluimos una entrevista o un perfil con un narrador distinto hasta completar nueve. Lo difícil fue escoger. Sabíamos desde el principio que las listas siempre resultan incompletas pero había que elegir. Algunos ya habían sido citados en Granta o insinuados en Bogotá 39, el encuentro de 39 autores de 17 países del continente durante el Hay Festival de 2007 pero todos eran señalados como promesas por la crítica aunque lógicamente ninguno arrasaba en ventas.
Arrancamos con el chileno Alejando Zambra, escritor más que descubierto (traducido a varios idiomas y publicado en EEUU con buenas críticas), nacido en 1975 en los años negros de la dictadura y cuyos libros son casi autobiográficos; seguido del boliviano Rodrigo Hasbún, la argentina Selva Almada y su lenguaje de los suburbios; la brasileña Andrea del Fuego, la argentina Lucía Puenzo, el mexicano Julián Herbert, el peruano Jeremías Gamboa, la cubana Wendi Guerra y Andrés Felipe Solano, un colombiano que ha encontrado su refugio en Corea del Sur.
Leído en su conjunto, como el libro que ahora tiene usted entre sus manos, muestra un abanico bastante completo de lo que se cuece en estos países, un reclamo también para buscar sus libros y seguir soñando.
Amelia Castilla
Madrid, diciembre de 2013
Una noche cálida de septiembre, cenando en un restaurante italiano de Madrid con la periodista Leila Guerriero, nos contaba sorprendida al reducido equipo de Babelia que, desde que había llegado a la ciudad, los periodistas con los que se había cruzado, no paraban de preguntarle por la crisis del sector. Como si el periodismo estuviera a punto de morir. Hablamos, claro está, de los problemas que rodean a esta profesión y a las empresas que nos contratan.
Para los periodistas latinoamericanos la precariedad y la crisis no son una consecuencia de los nuevos usos sino algo que siempre estuvo allí, bajo sus dictaduras o sus democracias incipientes. Desgranamos nombres de periodistas que todavía nos hacen vibrar con sus crónicas desde México, Bogotá o Lima, gente que escribe pensando que lo mejor que puede esperar es el peor de los escenarios posibles y, aun así, ejercen la insistencia hasta el final. Allí surgió una columna para Babelia que se tituló Periodismo pero a partir de ahí la bola de nieve siguió creciendo.
¿Qué ocurre en América Latina para que en Europa hablemos tanto de ellos? ¿El periodismo de investigación y la crónica no son parte también de la literatura? ¿La vitalidad y la renovación que se vive en el periodismo se podían aplicar también a la nueva literatura? Ahí mismo nació una propuesta de serie. Iniciamos consultas con editores y periodistas para chequear nombres y cruzar datos. Buscábamos gente joven, escritores de los que se hablara en el futuro. No importaba que no hubieran sido editados en España.
Tras darle muchas vueltas, Raquel Garzón se encargó de explicar en un reportaje lo que se cuece hoy en esos países y con qué ingredientes. Fue la portada del 3 de agosto de 2013. A partir de ahí, cada semana incluimos una entrevista o un perfil con un narrador distinto hasta completar nueve. Lo difícil fue escoger. Sabíamos desde el principio que las listas siempre resultan incompletas pero había que elegir. Algunos ya habían sido citados en Granta o insinuados en Bogotá 39, el encuentro de 39 autores de 17 países del continente durante el Hay Festival de 2007 pero todos eran señalados como promesas por la crítica aunque lógicamente ninguno arrasaba en ventas.
Arrancamos con el chileno Alejando Zambra, escritor más que descubierto (traducido a varios idiomas y publicado en EEUU con buenas críticas), nacido en 1975 en los años negros de la dictadura y cuyos libros son casi autobiográficos; seguido del boliviano Rodrigo Hasbún, la argentina Selva Almada y su lenguaje de los suburbios; la brasileña Andrea del Fuego, la argentina Lucía Puenzo, el mexicano Julián Herbert, el peruano Jeremías Gamboa, la cubana Wendi Guerra y Andrés Felipe Solano, un colombiano que ha encontrado su refugio en Corea del Sur.
Leído en su conjunto, como el libro que ahora tiene usted entre sus manos, muestra un abanico bastante completo de lo que se cuece en estos países, un reclamo también para buscar sus libros y seguir soñando.
Amelia Castilla
Madrid, diciembre de 2013