Dos hombres de un alto status social y con un pasado escolar común son asesinados a puñaladas. Una enigmática llamada pone al inspector Antonio Quintana en la senda de tal caso, debiendo luchar contra reloj para evitar más muertes entre los alumnos de aquella promoción del 91. Entre tales hombres descubre un muro de miedo, unas palabras que denotan una inquietud, un misterio de difícil resolución.
Dicho inspector no deja de reflexionar sobre la muerte del primer hombre, un psicólogo que amanece con dos balazos en la cabeza. Descubre el cadáver su asistenta. Las huellas dactilares no sirven de ayuda, la sangre derramada en su despacho es tan solo del finado y no se logró obtener ningún rastro de ADN en dicho escenario del crimen. Se revisan teléfonos, ordenadores, cuentas corrientes, pero no se encuentra nada concluyente, tan sólo leves indicios.
La aparición del segundo cadáver, y del que es informado por un anónimo recorte de periódico, hace que deba replantearse todo. Junto a esa información le envían una foto con un grupo de escolares de hace veinte años. Dos sujetos con dicho pasado asesinados de la misma forma hace inminente el peligro que acechará a las otras personas que aparecen en la fotografía.
El policía se verá abocado a interrogar lo antes posible a los varones que aparecen en esa instantánea, encontrándose con hombres temerosos que eluden los aspectos más íntimos del caso, las preguntas más comprometidas.
El inspector deberá trabajar con ese mutismo mientras la prensa lo tacha de incompetente, los políticos lo ponen contra la espada y la pared y la opinión pública lo presiona para que consiga proyectar luz ante unos hechos tan inquietantes.
La aparición de una nueva muerte, la escasa colaboración que encuentra entre sus colegas y superiores, con ultimátums y zancadillas de por medio, harán que su estado anímico sea cada vez más obsesivo y peligroso.
Por otro lado, María Falcón es una mujer enferma de cáncer y que es cuidada por un joven que está enamorado de ella. Se trata de un amor puro, noble, sin connotación sexual alguna.
La historia se revierte y focaliza su atención hacia esa mujer que tan dichoso hizo a ese hombre. Es una señora enferma de cáncer y nos narra una gran parte de la travesía que en muchas veces se transforma el vivir. De familia acomodada, siendo su padre un importante empresario y su madre profesora de literatura, es una niña un tanto retraída, sensible y muy interesada desde que tiene uso de razón por el arte en general. Con el transcurrir de los años mostrará una inteligencia y madurez que la harán una brillante estudiante de Filología Hispánica.
Su hermano, por su parte, es el ojito derecho de su padre, el vástago varón que siempre anheló. Pero el paso del tiempo hará que Felipe, tras una infancia feliz y satisfactoria, emprenda una errática existencia con malas amistades, trabajos indignos y consumo de estupefacientes. Su triste deambular en este mundo termina cuando es asesinado a puñaladas en un ajuste de cuentas.
La narración da un giro inesperado y se proyecta en la convivencia entre ella y su joven cuidador. Nos refleja el amor puro de éste por la mujer, sus sentimientos más íntimos llenos de dulzura, compasión y sensibilidad. Su percepción tan pasional de ella hace que ante sus ojos un anochecer sublime en una playa sea de una belleza similar a la de los ojos claros y rubia melena de ella.
El relato pasa a una parte que hará tambalear la fe del joven cuidador: La aparición en la mansión de una prima de ella cambia totalmente el ambiente en dicho lugar. Este personaje
Dicho inspector no deja de reflexionar sobre la muerte del primer hombre, un psicólogo que amanece con dos balazos en la cabeza. Descubre el cadáver su asistenta. Las huellas dactilares no sirven de ayuda, la sangre derramada en su despacho es tan solo del finado y no se logró obtener ningún rastro de ADN en dicho escenario del crimen. Se revisan teléfonos, ordenadores, cuentas corrientes, pero no se encuentra nada concluyente, tan sólo leves indicios.
La aparición del segundo cadáver, y del que es informado por un anónimo recorte de periódico, hace que deba replantearse todo. Junto a esa información le envían una foto con un grupo de escolares de hace veinte años. Dos sujetos con dicho pasado asesinados de la misma forma hace inminente el peligro que acechará a las otras personas que aparecen en la fotografía.
El policía se verá abocado a interrogar lo antes posible a los varones que aparecen en esa instantánea, encontrándose con hombres temerosos que eluden los aspectos más íntimos del caso, las preguntas más comprometidas.
El inspector deberá trabajar con ese mutismo mientras la prensa lo tacha de incompetente, los políticos lo ponen contra la espada y la pared y la opinión pública lo presiona para que consiga proyectar luz ante unos hechos tan inquietantes.
La aparición de una nueva muerte, la escasa colaboración que encuentra entre sus colegas y superiores, con ultimátums y zancadillas de por medio, harán que su estado anímico sea cada vez más obsesivo y peligroso.
Por otro lado, María Falcón es una mujer enferma de cáncer y que es cuidada por un joven que está enamorado de ella. Se trata de un amor puro, noble, sin connotación sexual alguna.
La historia se revierte y focaliza su atención hacia esa mujer que tan dichoso hizo a ese hombre. Es una señora enferma de cáncer y nos narra una gran parte de la travesía que en muchas veces se transforma el vivir. De familia acomodada, siendo su padre un importante empresario y su madre profesora de literatura, es una niña un tanto retraída, sensible y muy interesada desde que tiene uso de razón por el arte en general. Con el transcurrir de los años mostrará una inteligencia y madurez que la harán una brillante estudiante de Filología Hispánica.
Su hermano, por su parte, es el ojito derecho de su padre, el vástago varón que siempre anheló. Pero el paso del tiempo hará que Felipe, tras una infancia feliz y satisfactoria, emprenda una errática existencia con malas amistades, trabajos indignos y consumo de estupefacientes. Su triste deambular en este mundo termina cuando es asesinado a puñaladas en un ajuste de cuentas.
La narración da un giro inesperado y se proyecta en la convivencia entre ella y su joven cuidador. Nos refleja el amor puro de éste por la mujer, sus sentimientos más íntimos llenos de dulzura, compasión y sensibilidad. Su percepción tan pasional de ella hace que ante sus ojos un anochecer sublime en una playa sea de una belleza similar a la de los ojos claros y rubia melena de ella.
El relato pasa a una parte que hará tambalear la fe del joven cuidador: La aparición en la mansión de una prima de ella cambia totalmente el ambiente en dicho lugar. Este personaje