En un mundo donde ya no predominan las despedidas de soltero, sino las de casados, Estela y Joaco, Joaco y Estela, dos jóvenes jubilados, se persiguen entre los Jardines del Botánico, como si no hubiese transcurrido un solo otoño sin que sus padres se apresurasen detrás de ellos. Se vacilan, se aman y se miman, mientras el decadente mundo que les rodea se derrumba por delante y por detrás a golpe de prejuicio, entre las bombas de mano de sus propios hijos. Pero Estela y Joaco han decidido antes de pasar por la vicaría que la vicaría pase por ellos. Y no han querido desmentir a Dolores Escobar cuando afirma que “El amor siempre vence; donde no vence, simplemente, no hay amor”.
Sus personajes aman a conciencia. Con la conciencia de quien sabe que tiene la vida y la muerte pegada a los talones. Corren como Cary Grant en campo abierto, más veloces que una avioneta. Porque cuando se ama y se vive, se tienen los pies ligeros de Aquiles.
Sus personajes aman a conciencia. Con la conciencia de quien sabe que tiene la vida y la muerte pegada a los talones. Corren como Cary Grant en campo abierto, más veloces que una avioneta. Porque cuando se ama y se vive, se tienen los pies ligeros de Aquiles.