Los Annales fueron la obra final de Tácito. Escribió al menos 16 libros, pero los libros 7–10 se perdieron así como también parte de los libros 5, 6, 11 y 16. El libro 6 acaba con la muerte de Tiberio y los libros desde el 7 al 12 cubrían presumiblemente los reinos de Calígula y Claudio. Los demás libros tratan del reino de Nerón, probablemente hasta su muerte en junio de 68 o hasta fines de año para luego reunir las Historiae. La segunda parte del libro 16 se perdió (termina narrando los eventos del año 66). No se sabe si Tácito completó la obra o se decidió a terminar antes otros trabajos que había planificado escribir; murió antes de poder trabajar en las historias de Nerva y Trajano, y no se tiene ningún fragmento de la parte de la obra sobre Augusto y los inicios del imperio con las que había decidido concluir su trabajo de historiador.
Así como había ya escrito en las Historiae, Tácito sostiene su tesis sobre la necesidad del principado. Si por una parte elogia a Augusto por haber garantizado la paz en el estado romano tras años de guerra civil, por otro muestra las desventajas de la vida bajo el dominio de los Césares. De la historia del Imperio romano forma parte el ocaso definitivo de la libertad política de la aristocracia senatorial, que Tácito veía moralmente decaída, corrupta y servil con los deseos del soberano. Durante el reino de Nerón, tuvieron gran difusión las obras literarias que exaltaban el suicidio como «exitus illustrium virorum». Todavía en esta obra, como ya había sostenido en Agrícola, Tácito se opone a quienes eligen un inútil martirio a través del suicidio. Al describir el suicidio de Petronio, Tácito subraya deliberadamente el irónico cambio de los modelos filosóficos realizado por este hombre.
Sin embargo, contra este tétrico contexto, una parte de la clase política continuó ejercitando honestamente su propio poder sobre las provincias y guiando al ejército de manera recta. La historiografía trágica, llena de eventos dramáticos, tiene un peso importante en los Annales. Tácito nos muestra la tragedia del pueblo. El objetivo no es suscitar fuertes emociones. Tácito usa los componentes trágicos de la historia para penetrar en los ánimos de los personajes e iluminar sus pasiones y ambigüedades. Las pasiones dominantes en los personajes son las políticas (con excepción de Nerón). Todas las clases sociales, sin excepciones, tienen estos defectos: ambición, deseo de poder y de prestigio personal, y muchas veces envidia, hipocresía y presunción. Todos los demás sentimientos, excepto la ambición, vanidad y avaricia, tienen una importancia secundaria.
En los Annales, Tácito desarrolló ulteriormente el estilo de descripción que había utilizado tan bien en las Historiae. Quizás el retrato mejor que hace es el de Tiberio, hecho de manera indirecta, emerge progresivamente en el curso de la narración, con observaciones y comentarios. El retrato moral tiene la precedencia sobre el físico; hay también retratos paradójicos. El más significativo de estos es el de Petronio, cuya fascinación está en sus contradicciones. La debilidad de su vida está en oposición con la energía y la competencia que demostró en los deberes públicos. Petronio afrontó la muerte como un último placer dando contemporáneamente prueba de autocontrol, coraje y firmeza. Se opuso al uso estoico del suicidio teatral, tanto que hablaba con los amigos mientras moría, de argumentos fútiles. Tácito no hace de él un modelo a seguir y así sugiere implícitamente que su grandeza de ánimo fue más sólida que la mostrada por tantos «mártires» estoicos.
Este libro fue traducido del Inglés al Español. Contiene algunos errores de traducción o nombres sin traducir. No hay nada que interfiera con la lectura y la comprensión.
Así como había ya escrito en las Historiae, Tácito sostiene su tesis sobre la necesidad del principado. Si por una parte elogia a Augusto por haber garantizado la paz en el estado romano tras años de guerra civil, por otro muestra las desventajas de la vida bajo el dominio de los Césares. De la historia del Imperio romano forma parte el ocaso definitivo de la libertad política de la aristocracia senatorial, que Tácito veía moralmente decaída, corrupta y servil con los deseos del soberano. Durante el reino de Nerón, tuvieron gran difusión las obras literarias que exaltaban el suicidio como «exitus illustrium virorum». Todavía en esta obra, como ya había sostenido en Agrícola, Tácito se opone a quienes eligen un inútil martirio a través del suicidio. Al describir el suicidio de Petronio, Tácito subraya deliberadamente el irónico cambio de los modelos filosóficos realizado por este hombre.
Sin embargo, contra este tétrico contexto, una parte de la clase política continuó ejercitando honestamente su propio poder sobre las provincias y guiando al ejército de manera recta. La historiografía trágica, llena de eventos dramáticos, tiene un peso importante en los Annales. Tácito nos muestra la tragedia del pueblo. El objetivo no es suscitar fuertes emociones. Tácito usa los componentes trágicos de la historia para penetrar en los ánimos de los personajes e iluminar sus pasiones y ambigüedades. Las pasiones dominantes en los personajes son las políticas (con excepción de Nerón). Todas las clases sociales, sin excepciones, tienen estos defectos: ambición, deseo de poder y de prestigio personal, y muchas veces envidia, hipocresía y presunción. Todos los demás sentimientos, excepto la ambición, vanidad y avaricia, tienen una importancia secundaria.
En los Annales, Tácito desarrolló ulteriormente el estilo de descripción que había utilizado tan bien en las Historiae. Quizás el retrato mejor que hace es el de Tiberio, hecho de manera indirecta, emerge progresivamente en el curso de la narración, con observaciones y comentarios. El retrato moral tiene la precedencia sobre el físico; hay también retratos paradójicos. El más significativo de estos es el de Petronio, cuya fascinación está en sus contradicciones. La debilidad de su vida está en oposición con la energía y la competencia que demostró en los deberes públicos. Petronio afrontó la muerte como un último placer dando contemporáneamente prueba de autocontrol, coraje y firmeza. Se opuso al uso estoico del suicidio teatral, tanto que hablaba con los amigos mientras moría, de argumentos fútiles. Tácito no hace de él un modelo a seguir y así sugiere implícitamente que su grandeza de ánimo fue más sólida que la mostrada por tantos «mártires» estoicos.
Este libro fue traducido del Inglés al Español. Contiene algunos errores de traducción o nombres sin traducir. No hay nada que interfiera con la lectura y la comprensión.