No estaría de más recordar que hace apenas cien años, nuestros abuelos vivían en unas condiciones mucho más primitivas sociopolíticamente hablando, tan auténticas que los temas que nos afligen hoy no existían ni por asomo, la vida era una lucha permanente por poco más que comer y subsistir. Las leyes a las que acogerse nunca se respetaban y no hacía falta que el zapatero o el mariano de turno las fuera limando para complacer a sus amos.
En aquel ambiente, la identificación del adversario o el causante de los males que padecía el pueblo, era mucho más directa que ahora. El invento de la democracia moderna ha hecho que se diluya la auténtica confrontación entre las partes. Los anarquistas de entonces disparaban a la cabeza de los que consideraban el mal que afligía a la sociedad. Ético o no, acertado o no, no somos nosotros quién para opinar ni justificar hoy aquellos hechos. Solo nos queda dar un vistazo a aquel trozo de historia y ponerlo en orden como algo que ocurrió en un contexto determinado y por causas muy determinadas. Cobraron piezas de gran calibre, presidentes, reyes y otros, y pagaron con cientos de miles de muertes y la pérdida final de su lucha que a otros niveles también fue pacífica y cultural. Respetémoslos.
Volviendo al inicio y por comparación con lo expuesto, si alguien le pegara cuatro tiros a mariano, y ya está él muy tranquilo de que eso no va a suceder, no se arreglaría nada porque es un peón totalmente irrelevante y él lo sabe. Si hace cien años se podía identificar más o menos quién era el culpable o causante de los males del pueblo porque directamente promulgara o firmara las leyes represivas como presidente del gobierno o bien porque fuera el rey, que debería velar por sus súbditos y no lo hacía, ahora no sabemos a ciencia cierta de donde nos vienen los tiros.
En aquel ambiente, la identificación del adversario o el causante de los males que padecía el pueblo, era mucho más directa que ahora. El invento de la democracia moderna ha hecho que se diluya la auténtica confrontación entre las partes. Los anarquistas de entonces disparaban a la cabeza de los que consideraban el mal que afligía a la sociedad. Ético o no, acertado o no, no somos nosotros quién para opinar ni justificar hoy aquellos hechos. Solo nos queda dar un vistazo a aquel trozo de historia y ponerlo en orden como algo que ocurrió en un contexto determinado y por causas muy determinadas. Cobraron piezas de gran calibre, presidentes, reyes y otros, y pagaron con cientos de miles de muertes y la pérdida final de su lucha que a otros niveles también fue pacífica y cultural. Respetémoslos.
Volviendo al inicio y por comparación con lo expuesto, si alguien le pegara cuatro tiros a mariano, y ya está él muy tranquilo de que eso no va a suceder, no se arreglaría nada porque es un peón totalmente irrelevante y él lo sabe. Si hace cien años se podía identificar más o menos quién era el culpable o causante de los males del pueblo porque directamente promulgara o firmara las leyes represivas como presidente del gobierno o bien porque fuera el rey, que debería velar por sus súbditos y no lo hacía, ahora no sabemos a ciencia cierta de donde nos vienen los tiros.