Francisco Pomares se ha atrevido ya en varias ocasiones a lo largo de su dilatada carrera profesional a asumir el reto de contarnos lo que de verdad ha pasado en los momentos más difíciles de la historia política de Canarias. Mientras algunos de sus colegas hacían guardia para escuchar las declaraciones de los políticos después de nuestras interminables y agotadoras reuniones, Pomares prefería colarse por la puerta de atrás en nuestras casas, se iba a tomar copas con nuestras secretarias o alquilaba la habitación de al lado en el hotel dónde estábamos reunidos y pegaba la oreja a la pared. Eso hacía, o al menos eso es lo que se cuenta que hacía... Manuel Hermoso.
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