El relato conmovedor e interpelador del prisionerio de una nave espacial escrito por el Premio Nobel sueco Harry Martinson
«Yo me preguntaba, pero olvidaba responder. Me soñé una vida, pero me olvidé de ser. Viajé alrededor del todo, pero me olvidé de partir: pues preso estaba aquí, en Aniara».
Aniara es el nombre de la nave espacial cuya misión es transportar a Marte a los últimos supervivientes de la Tierra devastada por una explosión nuclear. Después de una colisión con un asteroide, la nave se sale del sistema solar y queda eternamente perdida en el espacio sin fin. El buque estará destinado a viajar por otros 15.000 años antes de llegar a las proximidades de otra estrella.
Aniara es la obra más singular de cuantas escribió el premio Nobel Harry Martinson, pero también uno de los poemas más extraordinarios y conmovedores de la literatura del siglo XX, un viaje existencial en el que resuenan los grandes clásicos suecos o las grandes epopeyas de la literatura universal.
SOBRE EL AUTOR
Harry Martinson (1904-1978)pertenece a la generación de escritores proletarios que operaron una gran renovación en las Letras Suecas. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1974 por «una obra cuya invención formal, se somete a una exigencia de justicia social».
Fue el primer escritor de origen proletario en ser elegido miembro de la Academia Sueca. En 1956 escribe Aniara, su gran epopeya lírica, obra por la que más se le conoce fuera de Suecia. Sus últimos años estuvieron salpicados por las críticas a su obra literaria que le provocaron una gran depresión. Se suicida en 1978.
EXTRACTO
Mi primer encuentro con mi Doris luce con luz que puede embellecer a la luz misma. Mas diré sencillamente que el primer encuentro no menos sencillo con mi Doris es ya una imagen que todos pueden ver ante sí a diario en las galerías que llevan refugiados al área de despegue de emergencia hacia el planeta de la tundra, en estos años en que la Tierra, radiocontaminada, se dispone a entrar en tiempo de reposo, calma y cuarentena.
Ella escribe las tarjetas, cinco uñitas brillan opacas en la sala umbrosa. Dice: escriba usted su nombre en esta línea que ilumina la luz de mi rubia blancura.
Dice: esta tarjeta debe conservar y si por ventura alguna amenaza de la que en el folio doscientos ocho se indica hiciera tambalearse tierra y tiempo, vendrá aquí y rendirá cuenta cabal, en este espacio, de lo que le inquieta.
«Yo me preguntaba, pero olvidaba responder. Me soñé una vida, pero me olvidé de ser. Viajé alrededor del todo, pero me olvidé de partir: pues preso estaba aquí, en Aniara».
Aniara es el nombre de la nave espacial cuya misión es transportar a Marte a los últimos supervivientes de la Tierra devastada por una explosión nuclear. Después de una colisión con un asteroide, la nave se sale del sistema solar y queda eternamente perdida en el espacio sin fin. El buque estará destinado a viajar por otros 15.000 años antes de llegar a las proximidades de otra estrella.
Aniara es la obra más singular de cuantas escribió el premio Nobel Harry Martinson, pero también uno de los poemas más extraordinarios y conmovedores de la literatura del siglo XX, un viaje existencial en el que resuenan los grandes clásicos suecos o las grandes epopeyas de la literatura universal.
SOBRE EL AUTOR
Harry Martinson (1904-1978)pertenece a la generación de escritores proletarios que operaron una gran renovación en las Letras Suecas. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1974 por «una obra cuya invención formal, se somete a una exigencia de justicia social».
Fue el primer escritor de origen proletario en ser elegido miembro de la Academia Sueca. En 1956 escribe Aniara, su gran epopeya lírica, obra por la que más se le conoce fuera de Suecia. Sus últimos años estuvieron salpicados por las críticas a su obra literaria que le provocaron una gran depresión. Se suicida en 1978.
EXTRACTO
Mi primer encuentro con mi Doris luce con luz que puede embellecer a la luz misma. Mas diré sencillamente que el primer encuentro no menos sencillo con mi Doris es ya una imagen que todos pueden ver ante sí a diario en las galerías que llevan refugiados al área de despegue de emergencia hacia el planeta de la tundra, en estos años en que la Tierra, radiocontaminada, se dispone a entrar en tiempo de reposo, calma y cuarentena.
Ella escribe las tarjetas, cinco uñitas brillan opacas en la sala umbrosa. Dice: escriba usted su nombre en esta línea que ilumina la luz de mi rubia blancura.
Dice: esta tarjeta debe conservar y si por ventura alguna amenaza de la que en el folio doscientos ocho se indica hiciera tambalearse tierra y tiempo, vendrá aquí y rendirá cuenta cabal, en este espacio, de lo que le inquieta.