El término «especie» es controversial: Los individuos son considerados de una misma especie si se reproducen entre sí y crean una descendencia viable; sin embargo, eso no explica las especies que se reproducen asexualmente.
Mientras nuevas especies son descubiertas otras desaparecen. Sí la historia de la Tierra se comparara a la duración de un año de nuestra vida, el hombre habría hecho su aparición el 31 de diciembre y el hombre industrializado hace dos segundos. La humanidad eliminará la tercera parte o más de las especies de la Tierra en el próximo segundo. Nosotros al evolucionar destruimos y creamos. Es sorprendente la ignorancia que hay sobre la biodiversidad. Tan solo hemos descubierto una facción de las millones de especies que existen en nuestro planeta.
El amor a la aventura nos empuja al mundo de la criptozoología; esta «ciencia» estudia y busca animales extintos o desconocidos para la ciencia formal, pero presentes en la mitología y el folclore. La genética nos envía señales de que muchos animales que considerábamos imposibles, pudieron existir o de hecho existen, ¿serán producto de experimentos genéticos? o ¿de alguna extraña senda que siguió la evolución?
Los interesados en descubrir nuevas especies se han visto ayudados por la criptozoología o zoología romántica. Esta no se ve con beneplácito por la mayor parte de la comunidad científica. No obstante, aunque no sigue se los métodos y estándares científicos, el apasionado interés de la criptozoología por las formas de vida desconocidas ha capturado la imaginación de muchas personas.
La zoología romántica no funciona con mentes cerradas. Es un campo que ha abierto horizontes, desde el descubrimiento de un nuevo delfín de río y un nuevo tapir a principios de 2014 a una nueva especie de ave en Central Park, en Nueva York.
En la actualidad la ciencia ya aceptó la existencia de los llamados «fósiles vivientes»; ésta expresión describe las especies que han resistido millones de años la carrera por la supervivencia. Ellas han demostrado ser, en términos evolutivos, los más fuertes entre los fuertes.
Faltan, una innumerable cantidad de especies por ser descubiertas y clasificadas, una muy pequeña facción corresponde a animales superiores, y ese espectro se reduce más sí lo circunscribimos a animales de cierto tamaño; sin embargo, aún hay campo para que aparezcan.
La tecnología nos facilita avanzar en el descubrimiento y clasificación de las especies, para esto se han desarrollado aplicaciones muy específicas que nos ayudan a ir en este sentido. Estas APPs te ayudan a identificar, por ejemplo a las aves, se basan para hacer esto en itinerarios ornitológicos, fotos y en características fáciles de observar a simple vista. Existen APPs, como Twigle y Wablr; que identifican a las aves a través de su canto, una manera eficaz de determinar sí lo que tenemos delante de nosotros es una especie no clasificada. Las aplicaciones cuentan con un sistema de reconocimiento de sonido, similar al que usan aplicaciones como Shazam para reconocer temas musicales, al que complementa con el uso del GPS del teléfono. Tras procesar la ubicación y el análisis del sonido, Wablr arroja una lista de posibles candidatos, entre los que el usuario deberá filtrar y elegir según le parezca.
Cada vez que un usuario detecte un ave con Wablr publicará esa información para que esté a disposición de científicos o aficionados que estudian a las aves. Sí no existe información lo que se tiene probablemente sea una nueva especie.
A través de los datos que se recolectan, es posible conseguir información precisa, que facilite ir tras de una posible nueva especie. Existen además APPs que te permiten subir fotografías, en ellas especialistas pueden identificar rápidamente tus animales, y demás.
Otros ejemplos de lo que hacen las APP es identificar huellas de animales mamíferos impresas en el suelo a través de sus siluetas y numerosas fotografías.
Mientras nuevas especies son descubiertas otras desaparecen. Sí la historia de la Tierra se comparara a la duración de un año de nuestra vida, el hombre habría hecho su aparición el 31 de diciembre y el hombre industrializado hace dos segundos. La humanidad eliminará la tercera parte o más de las especies de la Tierra en el próximo segundo. Nosotros al evolucionar destruimos y creamos. Es sorprendente la ignorancia que hay sobre la biodiversidad. Tan solo hemos descubierto una facción de las millones de especies que existen en nuestro planeta.
El amor a la aventura nos empuja al mundo de la criptozoología; esta «ciencia» estudia y busca animales extintos o desconocidos para la ciencia formal, pero presentes en la mitología y el folclore. La genética nos envía señales de que muchos animales que considerábamos imposibles, pudieron existir o de hecho existen, ¿serán producto de experimentos genéticos? o ¿de alguna extraña senda que siguió la evolución?
Los interesados en descubrir nuevas especies se han visto ayudados por la criptozoología o zoología romántica. Esta no se ve con beneplácito por la mayor parte de la comunidad científica. No obstante, aunque no sigue se los métodos y estándares científicos, el apasionado interés de la criptozoología por las formas de vida desconocidas ha capturado la imaginación de muchas personas.
La zoología romántica no funciona con mentes cerradas. Es un campo que ha abierto horizontes, desde el descubrimiento de un nuevo delfín de río y un nuevo tapir a principios de 2014 a una nueva especie de ave en Central Park, en Nueva York.
En la actualidad la ciencia ya aceptó la existencia de los llamados «fósiles vivientes»; ésta expresión describe las especies que han resistido millones de años la carrera por la supervivencia. Ellas han demostrado ser, en términos evolutivos, los más fuertes entre los fuertes.
Faltan, una innumerable cantidad de especies por ser descubiertas y clasificadas, una muy pequeña facción corresponde a animales superiores, y ese espectro se reduce más sí lo circunscribimos a animales de cierto tamaño; sin embargo, aún hay campo para que aparezcan.
La tecnología nos facilita avanzar en el descubrimiento y clasificación de las especies, para esto se han desarrollado aplicaciones muy específicas que nos ayudan a ir en este sentido. Estas APPs te ayudan a identificar, por ejemplo a las aves, se basan para hacer esto en itinerarios ornitológicos, fotos y en características fáciles de observar a simple vista. Existen APPs, como Twigle y Wablr; que identifican a las aves a través de su canto, una manera eficaz de determinar sí lo que tenemos delante de nosotros es una especie no clasificada. Las aplicaciones cuentan con un sistema de reconocimiento de sonido, similar al que usan aplicaciones como Shazam para reconocer temas musicales, al que complementa con el uso del GPS del teléfono. Tras procesar la ubicación y el análisis del sonido, Wablr arroja una lista de posibles candidatos, entre los que el usuario deberá filtrar y elegir según le parezca.
Cada vez que un usuario detecte un ave con Wablr publicará esa información para que esté a disposición de científicos o aficionados que estudian a las aves. Sí no existe información lo que se tiene probablemente sea una nueva especie.
A través de los datos que se recolectan, es posible conseguir información precisa, que facilite ir tras de una posible nueva especie. Existen además APPs que te permiten subir fotografías, en ellas especialistas pueden identificar rápidamente tus animales, y demás.
Otros ejemplos de lo que hacen las APP es identificar huellas de animales mamíferos impresas en el suelo a través de sus siluetas y numerosas fotografías.