Emanuel Félix nació el 24 de octubre de 1936 en Angra do Heroísmo (Cueva del Heroísmo sería la traducción justa), pequeña e histórica villa de las Azores. Probablemente, este archipiélago, constituido por nueve islas y con 240.000 habitantes, sea cultural y geográficamente la zona menos conocida de la periferia europea. Situado a unos 1.500 kilómetros de Lisboa y a cerca de 3.900 de la costa Este de América del Norte, este lugar "único e idiosincrático"1 ha sido cuna de una sorprendente cantidad de escritores inte-resantes entre los que se incluyen Antero de Quental, Teófilo Braga, Roberto de Mesquita y Vitorino Nemésio. Mientras estos escritores vivieron gran parte de su vida en el Portugal continental y participaron de un modo directo en la vida cultural de Europa, la conciencia de la dualidad de sus raíces como ciudadanos de un otro mundo distante al de la metrópolis es algo que está muy presente en sus obras.
Félix inició sus estudios en las Azores y, también, estudió en París, Anderlecht así como en la Universidad Católica de Lovaina. Además, pasó temporadas tanto en institutos superiores de enseñanza como en museos en París, Bruselas, Amsterdam, Londres, Roma y Florencia. Fue fundador y codirector de la revista Gávea (1958), y también codirigía Atlántida, la revista del Instituto Azo-rense de Cultura. Fue conservador del Museo de Angra y pintor a la vez que poeta; e, incluso, ha traducido varias en-tregas de poemas chinos. Entre sus obras principales se in-cluyen O Vendedor de Bichos (1965); A Palavra O Açoite (1977); Seis Nomes de Mulher (1985); O Instante Suspenso (1992); A Viagem Possivel (1993), Habitação das Chuvas (1997).
Poeta de merecido respeto tanto en las Azores como en Portugal, es reconocido como uno de los poetas más exquisitos de su país y, en palabras de Álamo Oliveira, como un "poeta perfeito/poeta perfecto".
Los primeros poemas de esta colección proceden de O Vendedor de Bichos/El vendedor de bichos y repre-sentan un esfuerzo consciente por presentar un sentido de pinturas y pintores en una forma poética y en proceso de interpretación y aprobación. Su interés por la pintura se identifica precisamente con sus esfuerzos por seguir como poeta un sentido de la novedad, la evaluación y el esfuerzo artístico y espiritual; los poetas y los pintores comparten una experiencia artística y espiritual similar. El poema titulado “Picasso” exige un cierto conocimiento del mundo del famoso pintor y el lector deber ser participe de una cultura común, del mismo modo en que más adelante, se recurre a esto para reconocer los ecos culturales más lejanos presen-tes en los poemas chinos. Por esta razón, Vamberto Freitas concibe su mundo como un “diálogo constante e polifóni-co com o Outro/un diálogo constante y polifónico con el otro” . En “Picasso” se presenta, mediante la poesía, una evocación de una representación importante del espíritu humano y, de nuevo, una conciencia del hecho que el mundo que capta la pintura, o el mundo acomodado por el sistema verbal, se relaciona con un espacio cultural más amplio. Félix inicia el poema con una descripción del pintor como cazador y a esto le sigue una clara referencia a la famosa litografía de la paloma. Se describe a Picasso como un gran caligrafita que escribe “a palavra exacta/la palabra exacta”, y, de este modo, transmite el sentido de la destreza manual del artista, su capacidad para dibujar un círculo perfecto y, posiblemente, incluso una referencia a los experimentos de Picasso como escritor de prosa, poemas y drama. También se menciona la visión distorsionada de la realidad de este pintor, describiéndolo como un “pintor de caras explodidas/pintor de cara explotadas”, así como y su capacidad para pintar los rostros torcidos de un modo innovador.
Félix inició sus estudios en las Azores y, también, estudió en París, Anderlecht así como en la Universidad Católica de Lovaina. Además, pasó temporadas tanto en institutos superiores de enseñanza como en museos en París, Bruselas, Amsterdam, Londres, Roma y Florencia. Fue fundador y codirector de la revista Gávea (1958), y también codirigía Atlántida, la revista del Instituto Azo-rense de Cultura. Fue conservador del Museo de Angra y pintor a la vez que poeta; e, incluso, ha traducido varias en-tregas de poemas chinos. Entre sus obras principales se in-cluyen O Vendedor de Bichos (1965); A Palavra O Açoite (1977); Seis Nomes de Mulher (1985); O Instante Suspenso (1992); A Viagem Possivel (1993), Habitação das Chuvas (1997).
Poeta de merecido respeto tanto en las Azores como en Portugal, es reconocido como uno de los poetas más exquisitos de su país y, en palabras de Álamo Oliveira, como un "poeta perfeito/poeta perfecto".
Los primeros poemas de esta colección proceden de O Vendedor de Bichos/El vendedor de bichos y repre-sentan un esfuerzo consciente por presentar un sentido de pinturas y pintores en una forma poética y en proceso de interpretación y aprobación. Su interés por la pintura se identifica precisamente con sus esfuerzos por seguir como poeta un sentido de la novedad, la evaluación y el esfuerzo artístico y espiritual; los poetas y los pintores comparten una experiencia artística y espiritual similar. El poema titulado “Picasso” exige un cierto conocimiento del mundo del famoso pintor y el lector deber ser participe de una cultura común, del mismo modo en que más adelante, se recurre a esto para reconocer los ecos culturales más lejanos presen-tes en los poemas chinos. Por esta razón, Vamberto Freitas concibe su mundo como un “diálogo constante e polifóni-co com o Outro/un diálogo constante y polifónico con el otro” . En “Picasso” se presenta, mediante la poesía, una evocación de una representación importante del espíritu humano y, de nuevo, una conciencia del hecho que el mundo que capta la pintura, o el mundo acomodado por el sistema verbal, se relaciona con un espacio cultural más amplio. Félix inicia el poema con una descripción del pintor como cazador y a esto le sigue una clara referencia a la famosa litografía de la paloma. Se describe a Picasso como un gran caligrafita que escribe “a palavra exacta/la palabra exacta”, y, de este modo, transmite el sentido de la destreza manual del artista, su capacidad para dibujar un círculo perfecto y, posiblemente, incluso una referencia a los experimentos de Picasso como escritor de prosa, poemas y drama. También se menciona la visión distorsionada de la realidad de este pintor, describiéndolo como un “pintor de caras explodidas/pintor de cara explotadas”, así como y su capacidad para pintar los rostros torcidos de un modo innovador.