Se trata de una interesante obra, peculiar en más de un sentido; parece que estuviera dirigida a un lector único, al que se le hablara al oído, amistosamente y con la más absoluta libertad. Su nota más característica es la total libertad en la redacción y en el método, junto a un humor bastante sutil, que está presente desde las primeras líneas. El propio autor explica, al principio:
“Estas notas son para mi uso personal, pero están escritas con la idea de que pudieran ser leídas, algún día, por un lector poco avisado o imprudente. Esto último no debe confundir o desvirtuar su principal objetivo o hacer injustificables las licencias que me tomo. Estas licencias se resumen, en la práctica, en una: no tengo ninguna intención —y por lo tanto ninguna obligación— de ser absolutamente completo, meticuloso o académico”.
La idea que subyace en todo el proyecto es la entusiasta convicción de que los lectores, el otro necesario extremo de la comunicación literaria, han sido descuidados por unos y otros, sin considerar que para tener buena literatura hacen falta, antes que ninguna otra cosa, buenos lectores. A partir de ahí, con esos presupuestos, el contenido y el tono de estos Apuntes sobre literatura es el pertinente. No se establece una diferencia insalvable entre el autor y el lector, sino más bien un conversación amable y fluida entre ambos.
Se habla luego, sin un guion prefijado: de la memoria y la inteligencia, del valor de las palabras, de los contenidos de las obras, de su limpieza, de su extensión, de los mundos que describen, de la belleza y el feísmo, del extraño éxito de ciertas novelas, de los sentimientos en la literatura, de las tipos de narrador, de la ficción histórica, de la erudición, de la variable génesis de las obras, etc. En definitiva, de muchos de esos temas candentes de la literatura, que se han estudiado y discutido a lo largo de la historia. Todo a la luz de las obras que se van analizando, desde antiguas obras persas o indias hasta las más recientes, con citas textuales de las mismas.
Todo es como un gigantesco muestrario en el que se expone lo que, a juicio del autor, puede ser buena y mala literatura, de los más diversos géneros y procedencias. La ficción de contarlo todo a un lector privilegiado y atento se lleva al extremo y a veces parece asistirse a una imposible conversación entre ambos, buscando aquiescencias y complicidades. Hay algunas digresiones intercaladas, casi todas adobadas con un delicado humor. El material recogido es abundante y también las diversas opiniones sobre temas literarios, con citas escogidas, muchas de ellas nada fáciles de encontrar.
Al final, hay un índice de nombres, con más de cuatrocientas entradas, para dar una idea de los autores que vienen mencionados en la obra. También hay más de cien notas explicativas; casi todas son la traducción de pasajes que no están en español en el texto.
Para mostrar algo del ambiente general de la obra, traigo aquí un párrafo sobre el valor de las palabras, que hace referencia a un cuento de Goethe:
Una hermosa serpiente de color verdemar se tragó unas monedas de oro y se fue haciendo luminosa y transparente. Se metió luego en una cueva en la que había una estatua en piedra de un viejo rey. El rey, la estatua del rey, le preguntó: ¿De dónde vienes? De la sima donde habita el oro, contestó la serpiente (se sabe desde siempre que las serpientes pueden hablar y hasta ser muy convincentes). ¿Qué es más precioso que el oro?, preguntó el rey. La luz, respondió la serpiente. ¿Qué es más bello que la luz?, preguntó el rey. La palabra, respondió la serpiente.
Un libro para leer despacio, sin prisas. Para disfrutarlo.
“Estas notas son para mi uso personal, pero están escritas con la idea de que pudieran ser leídas, algún día, por un lector poco avisado o imprudente. Esto último no debe confundir o desvirtuar su principal objetivo o hacer injustificables las licencias que me tomo. Estas licencias se resumen, en la práctica, en una: no tengo ninguna intención —y por lo tanto ninguna obligación— de ser absolutamente completo, meticuloso o académico”.
La idea que subyace en todo el proyecto es la entusiasta convicción de que los lectores, el otro necesario extremo de la comunicación literaria, han sido descuidados por unos y otros, sin considerar que para tener buena literatura hacen falta, antes que ninguna otra cosa, buenos lectores. A partir de ahí, con esos presupuestos, el contenido y el tono de estos Apuntes sobre literatura es el pertinente. No se establece una diferencia insalvable entre el autor y el lector, sino más bien un conversación amable y fluida entre ambos.
Se habla luego, sin un guion prefijado: de la memoria y la inteligencia, del valor de las palabras, de los contenidos de las obras, de su limpieza, de su extensión, de los mundos que describen, de la belleza y el feísmo, del extraño éxito de ciertas novelas, de los sentimientos en la literatura, de las tipos de narrador, de la ficción histórica, de la erudición, de la variable génesis de las obras, etc. En definitiva, de muchos de esos temas candentes de la literatura, que se han estudiado y discutido a lo largo de la historia. Todo a la luz de las obras que se van analizando, desde antiguas obras persas o indias hasta las más recientes, con citas textuales de las mismas.
Todo es como un gigantesco muestrario en el que se expone lo que, a juicio del autor, puede ser buena y mala literatura, de los más diversos géneros y procedencias. La ficción de contarlo todo a un lector privilegiado y atento se lleva al extremo y a veces parece asistirse a una imposible conversación entre ambos, buscando aquiescencias y complicidades. Hay algunas digresiones intercaladas, casi todas adobadas con un delicado humor. El material recogido es abundante y también las diversas opiniones sobre temas literarios, con citas escogidas, muchas de ellas nada fáciles de encontrar.
Al final, hay un índice de nombres, con más de cuatrocientas entradas, para dar una idea de los autores que vienen mencionados en la obra. También hay más de cien notas explicativas; casi todas son la traducción de pasajes que no están en español en el texto.
Para mostrar algo del ambiente general de la obra, traigo aquí un párrafo sobre el valor de las palabras, que hace referencia a un cuento de Goethe:
Una hermosa serpiente de color verdemar se tragó unas monedas de oro y se fue haciendo luminosa y transparente. Se metió luego en una cueva en la que había una estatua en piedra de un viejo rey. El rey, la estatua del rey, le preguntó: ¿De dónde vienes? De la sima donde habita el oro, contestó la serpiente (se sabe desde siempre que las serpientes pueden hablar y hasta ser muy convincentes). ¿Qué es más precioso que el oro?, preguntó el rey. La luz, respondió la serpiente. ¿Qué es más bello que la luz?, preguntó el rey. La palabra, respondió la serpiente.
Un libro para leer despacio, sin prisas. Para disfrutarlo.