Ha llegado el momento de no callar nada y recordarlo todo. La novela "Aquí de pie" parte de esa premisa para dar voz a toda una generación de mujeres que no se permiten la posibilidad de olvidar ninguna de las traiciones de todo tipo que han sufrido a lo largo de sus vidas. Tales voces confluyen en una sola, impertérrita en su discurso, en sus rememoraciones. Y esa voz va bordando y enlazando en un sutil zurcido invisible —al mismo tiempo que, de algún modo, deshila y esparce— sus vivencias, intrínsecamente conectadas con el interior de una fortaleza o castillo: su casa, su apartamento. En cada estancia del hogar, la citadina, amorosa habanera, encuentra el espacio para reunir su historia y su país, todo lo que ella es, como si fuesen flores, algunas marchitas, otras inmaculadas, del ramo de su vida. Fundacional por la estructura, insoslayable por el acendrado estilo, necesario por la honestidad y valentía con que se enuncia, este título constituye una de las más entrañables narraciones cubanas no antes leídas, donde se adivina que su autora se ha dado toda, plena y lesa, aunque, a pesar de todo, está aún de pie.
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