"Condenado a la soledad de un solterón sin familia, termino de vivir unos años aburridos, pero conservo como algo sagrado sus esquelas y una flor de geranio reseca, esa misma flor que ella alguna vez me lanzó desde la ventana. Ésta hasta ahora emite un olor débil, y la mano que me la dio, esa mano, que sólo una vez me tocó apretar contra mis labios, puede ser, ya hace mucho tiempo se pudre en la tumba... Y yo mismo, ¿qué fue de mí? ¿Qué quedó de mí, de esos días beatíficos y alarmados, de esas aladas esperanzas y aspiraciones? Así, el ligero efluvio de una hierba ínfima sobrevive a todos los júbilos y pesares del hombre, sobrevive al hombre mismo."
Iván Turguéniev
Iván Turguéniev