La culpa era de mis amigas. ¿Cómo si no iba a estar pasando por ésto? Ellas habían sido las que me lo habían puesto delante, las que me hicieron mirarlo con otros ojos, las que me hicieron desearlo en silencio.
La culpa tenía que ser de ellas… ¿Cómo podía ser de otra manera? ¿Acaso yo habría empezado a espiarlo si no llega a ser porque me hicieron verlo como lo veían ellas? Con lascivia…
Odiaría por siempre a mis amigas, y los putos viernes. Los viernes siempre me traían a Víctor a casa, sin prisas, con sus amigos y sus bromas, con sus palabras obscenas y sus confesiones de alcoba.
Los viernes siempre llegaban tras desear a Víctor durante toda la semana, mientras me llevaba en coche a la universidad y me acompañaba en silencio en la cena, con algún sándwich hecho a la carrera. Y tras ver a mis amigas babear por él cada vez que se les ponía delante.
Los viernes eran malos… porque me daba tiempo de dar rienda suelta a mis fantasías. Y en ellas siempre estaba él.
Víctor…
Aunque fuera su hermano…
La culpa tenía que ser de ellas… ¿Cómo podía ser de otra manera? ¿Acaso yo habría empezado a espiarlo si no llega a ser porque me hicieron verlo como lo veían ellas? Con lascivia…
Odiaría por siempre a mis amigas, y los putos viernes. Los viernes siempre me traían a Víctor a casa, sin prisas, con sus amigos y sus bromas, con sus palabras obscenas y sus confesiones de alcoba.
Los viernes siempre llegaban tras desear a Víctor durante toda la semana, mientras me llevaba en coche a la universidad y me acompañaba en silencio en la cena, con algún sándwich hecho a la carrera. Y tras ver a mis amigas babear por él cada vez que se les ponía delante.
Los viernes eran malos… porque me daba tiempo de dar rienda suelta a mis fantasías. Y en ellas siempre estaba él.
Víctor…
Aunque fuera su hermano…