Los humanos desarrollaremos emociones más complejas como resultado de la conexión de nuestros cerebros a ordenadores. Vamos a ser mejores expresando sentimientos. Para el 2030 los cerebros humanos podrán conectarse a la nube, lo que nos permitirá mandar correos y fotos directamente al cerebro y recuperar nuestros pensamientos o recuerdos. Esto será posible, gracias a los nanobots (pequeños robots de la cadena de ADN) nadando por los capilares de nuestro cerebro. Esto nos hará únicos. Los nanobots nos permitirían llevar diferentes lenguas en el torrente sanguíneo de nuestro cerebro.
Nicholas Negroponte, fundador del MIT Media Lab (laboratorio de investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts), piensa que los nanobots en nuestro cerebro podrían ser el futuro del aprendizaje. En no mucho tiempo será posible, por ejemplo, usar los nanobots para prevenir ataques epilépticos.
Hay grandes problemas, como la energía que necesitan los nanobots, pero soluciones impensables hasta hace poco comienzan a parecer en el horizonte.
En el 2014, se inyectaron nanobots de ADN en cucarachas vivas, estas fueron capaces de seguir ciertas instrucciones, incluida la de dispensar medicamentos. En el 2015, los nanobots fueron inyectados en el revestimiento del estómago de un ratón.
Para el año 2030, la inteligencia artificial será capaz de crear avatares muy semejantes al humano que vivió. Podemos tener en cuenta su ADN. En el año 2030 seremos capaces de introducir nanobots en cerebros humanos vivos y extraer las memorias de la gente que ha fallecido. Así podrán ser muy realistas. Gracias a esta tecnología será posible crear un avatar realista en un entorno virtual o realidad aumentada.
Con los nano robots podríamos encontrar la cura para el cáncer y prevenir muchas enfermedades antes de que los pacientes si quiera presenten síntomas. Con ellos podríamos eliminar todo tipo de residuos del agua, serian como un purificador de agua, tendríamos ríos y los mares totalmente cristalinos, ellos podrían modificar a nivel molecular las cosas, podríamos programarlos para que saquen lo que sea de la nada. Esta nueva tecnología es literalmente un casi imperceptible paso para la ciencia y un gran salto para la humanidad.
Se han realizado investigaciones para experimentar procesos de envío de paquetes de nanobots mediante redes de comunicación como Internet. Se espera que en el futuro podamos transferir nanobots de un sitio a otro semejante a como hoy en día enviamos y recibimos información.
Los nanobots pueden emplearse en el desarrollo de material inteligente; es decir, elementos que pueden regenerarse del daño causado o modificarse de acuerdo con diferentes propósitos. Esta tecnología permite manipular con mayor detalle la planeación de una construcción desde sus elementos básicos en lo que podríamos denominar «arquitectura inteligente».
Los nanobots, pueden aprovecharse en un ilimitado número de disciplinas. Algunos proyectos comienzan a ser realidad: la limpieza del aire, la modificación del ADN para revertir enfermedades de origen genético y la exploración detallada de entornos microscópicos; con el paso del tiempo, los nanobots estarán inmiscuidos en todo aquello que el ojo humano no puede apreciar.
Los nanobots utilizan luz como fuente de energía, en sí son motores muy diminutos. Podrían ser la base de las nanomáquinas del futuro, capaces de navegar por el agua, sentir el entorno y penetrar en células vivas. Hechos de partículas de oro, unidas entre sí por un polímero sensible a la temperatura en forma de gel. Antes a la luz la usábamos para calentar agua y hacer funcionar un motor de vapor; ahora podemos utilizarla para accionar un motor de pistones a nanoescala.
Esta tecnología combina la simpleza con la rapidez y la capacidad de generar grandes fuerzas, tal vez unas cien veces superior a cualquier músculo del cuerpo humano. Además, sería biocompatible con células vivas. Lo más interesante de todo esto es que esto recién empieza.
Nicholas Negroponte, fundador del MIT Media Lab (laboratorio de investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts), piensa que los nanobots en nuestro cerebro podrían ser el futuro del aprendizaje. En no mucho tiempo será posible, por ejemplo, usar los nanobots para prevenir ataques epilépticos.
Hay grandes problemas, como la energía que necesitan los nanobots, pero soluciones impensables hasta hace poco comienzan a parecer en el horizonte.
En el 2014, se inyectaron nanobots de ADN en cucarachas vivas, estas fueron capaces de seguir ciertas instrucciones, incluida la de dispensar medicamentos. En el 2015, los nanobots fueron inyectados en el revestimiento del estómago de un ratón.
Para el año 2030, la inteligencia artificial será capaz de crear avatares muy semejantes al humano que vivió. Podemos tener en cuenta su ADN. En el año 2030 seremos capaces de introducir nanobots en cerebros humanos vivos y extraer las memorias de la gente que ha fallecido. Así podrán ser muy realistas. Gracias a esta tecnología será posible crear un avatar realista en un entorno virtual o realidad aumentada.
Con los nano robots podríamos encontrar la cura para el cáncer y prevenir muchas enfermedades antes de que los pacientes si quiera presenten síntomas. Con ellos podríamos eliminar todo tipo de residuos del agua, serian como un purificador de agua, tendríamos ríos y los mares totalmente cristalinos, ellos podrían modificar a nivel molecular las cosas, podríamos programarlos para que saquen lo que sea de la nada. Esta nueva tecnología es literalmente un casi imperceptible paso para la ciencia y un gran salto para la humanidad.
Se han realizado investigaciones para experimentar procesos de envío de paquetes de nanobots mediante redes de comunicación como Internet. Se espera que en el futuro podamos transferir nanobots de un sitio a otro semejante a como hoy en día enviamos y recibimos información.
Los nanobots pueden emplearse en el desarrollo de material inteligente; es decir, elementos que pueden regenerarse del daño causado o modificarse de acuerdo con diferentes propósitos. Esta tecnología permite manipular con mayor detalle la planeación de una construcción desde sus elementos básicos en lo que podríamos denominar «arquitectura inteligente».
Los nanobots, pueden aprovecharse en un ilimitado número de disciplinas. Algunos proyectos comienzan a ser realidad: la limpieza del aire, la modificación del ADN para revertir enfermedades de origen genético y la exploración detallada de entornos microscópicos; con el paso del tiempo, los nanobots estarán inmiscuidos en todo aquello que el ojo humano no puede apreciar.
Los nanobots utilizan luz como fuente de energía, en sí son motores muy diminutos. Podrían ser la base de las nanomáquinas del futuro, capaces de navegar por el agua, sentir el entorno y penetrar en células vivas. Hechos de partículas de oro, unidas entre sí por un polímero sensible a la temperatura en forma de gel. Antes a la luz la usábamos para calentar agua y hacer funcionar un motor de vapor; ahora podemos utilizarla para accionar un motor de pistones a nanoescala.
Esta tecnología combina la simpleza con la rapidez y la capacidad de generar grandes fuerzas, tal vez unas cien veces superior a cualquier músculo del cuerpo humano. Además, sería biocompatible con células vivas. Lo más interesante de todo esto es que esto recién empieza.