Cawnpore, India, 1857. Después de cien años de dominación, Inglaterra aún sigue saqueando las inmensas riquezas de la India. Los cipayos –el ejército de nativos que los británicos usan para someter a otros nativos, para despojarlos de sus tierras, para enfrentarlos a sus ancestrales tradiciones– están a punto de rebelarse con el apoyo de los maharajás destituidos.
A esa tierra maravillosa y convulsionada, crispada y fascinante, llega Abigail Fortescue para casarse con Henry Wilcotts, el hombre que conoció en su adolescencia, por el que guarda un profundo afecto, a quien hace años que no ve. Allí también conocerá al capitán Ballard, el hombre capaz de evitar el paso de la rebelión al baño de sangre, con quien tendrá una inesperada complicidad que dará paso a un vínculo apasionado.
Amo la India desde que puse un pie aquí: la simplicidad de su gente, el Ganges, las insólitas montañas, pero no todos podemos amar algo que es tan vulnerable, porque corremos el riesgo de volvernos vulnerables también.
En su tercera novela, Alexandra Risley vuelve a narrar con maestría las miserias de un imperio decadente en la historia de Abigail y de Simon, dos personas capaces de inventar su propio destino.
A esa tierra maravillosa y convulsionada, crispada y fascinante, llega Abigail Fortescue para casarse con Henry Wilcotts, el hombre que conoció en su adolescencia, por el que guarda un profundo afecto, a quien hace años que no ve. Allí también conocerá al capitán Ballard, el hombre capaz de evitar el paso de la rebelión al baño de sangre, con quien tendrá una inesperada complicidad que dará paso a un vínculo apasionado.
Amo la India desde que puse un pie aquí: la simplicidad de su gente, el Ganges, las insólitas montañas, pero no todos podemos amar algo que es tan vulnerable, porque corremos el riesgo de volvernos vulnerables también.
En su tercera novela, Alexandra Risley vuelve a narrar con maestría las miserias de un imperio decadente en la historia de Abigail y de Simon, dos personas capaces de inventar su propio destino.