. En desprecio heroico a su egoísmo, desistía también de unirla a su vida miserable: siempre aquí, Clotilde, igual, en la diáfana ventura de este limbo de ignorancias e inocencias. Sin decírselo a ella ni a la hermana, había pensado en estas tardes, frente al mar, llevársela a Madrid para vivir a ella consagrado y respirando su pureza en una casa bella, aislada, noble. Pero acababa de ver lo absurdo del propósito, como acababa de ver lo absurdo y lo imposible del que hoy amplió hacia la hermana misma en caridad, y para evitarse más la doble tentación, díjole a la niña:...
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