Es a todas luces una interesante curiosidad antropológica comparar
las «vidas paralelas» -copiando el título de la célebre obra de Plutarco
(Ðëïýôáñ÷ïò Ploútarkhos, Beocia (Queronea), hoy desaparecida,
actual Grecia, (50-120 d,C., historiador, biógrafo y ensayista griegode
nuestro célebre matador Bernardo Gaviño Rueda y la de este autor,
pues ambos -partiendo de que nacimos el mismo día y mes (20-08),
que no el año (1812 y 1933), en Puerto Real-, llevamos a cabo hechos realmente
paralelos en el mundo de la tauromaquia mexicana, con sólo 121 años de diferencia:
Gaviño implantó allí las nuevas técnicas tauromáquicas usadas en España, y Zaldívar
los conocimientos zooctécnicos más actualizados. Recorrimos en la inmensidad de
México los mismos lugares, sufrimos las mismas y duras dificultades de adaptación,
que no fueron pocas; nos comunicamos espiritualmente en múltiples ocasiones, y
cada uno en nuestra época, tan lejos de España, nos acordamos casi constantemente
de Puerto Real, para al final, por nuestro humanismo, ética profesional y entrega,
ser queridos y considerados como mexicanos; y, nos preguntamos muchas veces :
¿Cómo será la vida en Puerto Real? ¿Quiénes regirán sus destinos sociales,
económicos y políticos?
Tras hacerme éstas preguntas he recordado cómo los hombres contamos
desde hace un millón y medio de años, concretamente desde que comenzaron a
desarrollar los esbozos de las primeras culturas, con los homínidos de Olduvai (*) -
según puede leerse en la «Difusión del género humano. En: La Historia en su lugar»
(T. I, p.28, Planeta, 2002)-, con toda una serie de recursos de gran valor para
enriquecer el conocimiento sobre quienes nos rodean, destacando entre todos por
su efectividad el dicho de: «Si quieres saber, no preguntes.» A Bernardo,
desgraciadamente, una cornada mortal le impidió volver a pisar su tierra natal y
saber cómo era la vida aquí. Pero este autor, sí. Decimos esto porque hace días,
después de cuarenta años, casi me doy de bruces con un viejo amigo al que en su
día conocí por la firmeza de su concepciones políticas, totalmente enfrentadas con
las mías, pero que siempre fueron aceptadas por su profunda lealtad, esa que se
ha extinguido y que él mantiene con todo su fresco vigor zurdo.
Después de tantos años, no sólo el destino me otorgaba....
las «vidas paralelas» -copiando el título de la célebre obra de Plutarco
(Ðëïýôáñ÷ïò Ploútarkhos, Beocia (Queronea), hoy desaparecida,
actual Grecia, (50-120 d,C., historiador, biógrafo y ensayista griegode
nuestro célebre matador Bernardo Gaviño Rueda y la de este autor,
pues ambos -partiendo de que nacimos el mismo día y mes (20-08),
que no el año (1812 y 1933), en Puerto Real-, llevamos a cabo hechos realmente
paralelos en el mundo de la tauromaquia mexicana, con sólo 121 años de diferencia:
Gaviño implantó allí las nuevas técnicas tauromáquicas usadas en España, y Zaldívar
los conocimientos zooctécnicos más actualizados. Recorrimos en la inmensidad de
México los mismos lugares, sufrimos las mismas y duras dificultades de adaptación,
que no fueron pocas; nos comunicamos espiritualmente en múltiples ocasiones, y
cada uno en nuestra época, tan lejos de España, nos acordamos casi constantemente
de Puerto Real, para al final, por nuestro humanismo, ética profesional y entrega,
ser queridos y considerados como mexicanos; y, nos preguntamos muchas veces :
¿Cómo será la vida en Puerto Real? ¿Quiénes regirán sus destinos sociales,
económicos y políticos?
Tras hacerme éstas preguntas he recordado cómo los hombres contamos
desde hace un millón y medio de años, concretamente desde que comenzaron a
desarrollar los esbozos de las primeras culturas, con los homínidos de Olduvai (*) -
según puede leerse en la «Difusión del género humano. En: La Historia en su lugar»
(T. I, p.28, Planeta, 2002)-, con toda una serie de recursos de gran valor para
enriquecer el conocimiento sobre quienes nos rodean, destacando entre todos por
su efectividad el dicho de: «Si quieres saber, no preguntes.» A Bernardo,
desgraciadamente, una cornada mortal le impidió volver a pisar su tierra natal y
saber cómo era la vida aquí. Pero este autor, sí. Decimos esto porque hace días,
después de cuarenta años, casi me doy de bruces con un viejo amigo al que en su
día conocí por la firmeza de su concepciones políticas, totalmente enfrentadas con
las mías, pero que siempre fueron aceptadas por su profunda lealtad, esa que se
ha extinguido y que él mantiene con todo su fresco vigor zurdo.
Después de tantos años, no sólo el destino me otorgaba....