México no ha podido eliminar el uso de la violencia como instrumento para acceder al poder y mantener privilegios. La ciudadanía sigue a expensas de la violencia ejercida por caciques, jefes políticos o simples criminales. La cultura cívica es débil frente al poder y la influencia de familias que se reparten rentas, puestos políticos y beneficios de controlar los aparatos del Estado. Los procesos parlamentarios dirigidos a crear un marco jurídico que brinde seguridad a la población suelen ser cooptados por líderes políticos y empresarios influyentes.
La insolvencia del Estado es evidente: falta información sobre niveles de criminalidad; se multiplican las ejecuciones, el número de tumbas clandestinas y desaparecidos; no se elimina la corrupción. La oferta de imponer el imperio de la ley, blindar fronteras interestatales o averiguar “hasta sus últimas consecuencias” casos escandalosos de violencia, se desvanece ante las evidencias de impunidad y los patrones de inseguridad observados.
En la presente obra, denominada Cada quien su imperio, el juego violento es analizado a partir del estudio de preferencias institucionales y de la inseguridad que afecta flujos de migrantes, zonas fronterizas interestatales y espacios urbanos metropolitanos. Los cuatro autores logran establecer puentes entre la inercia derivada de la costumbre instaurada en el periodo colonial de usar el territorio como campo de batalla por las riquezas del país, el diseño de políticas públicas actuales para reorganizar los cuerpos de policía y los patrones de inseguridad en que viven las regiones y ciudades.
El libro convoca a diseñadores de políticas públicas de seguridad, estudiosos en los campos de geografía, historia, sociología, ciencias políticas, planeación urbana y regional, y al público en general, a reflexionar sobre las opciones para transitar hacia un estadio de seguridad ciudadana con democracia y libertad.
La insolvencia del Estado es evidente: falta información sobre niveles de criminalidad; se multiplican las ejecuciones, el número de tumbas clandestinas y desaparecidos; no se elimina la corrupción. La oferta de imponer el imperio de la ley, blindar fronteras interestatales o averiguar “hasta sus últimas consecuencias” casos escandalosos de violencia, se desvanece ante las evidencias de impunidad y los patrones de inseguridad observados.
En la presente obra, denominada Cada quien su imperio, el juego violento es analizado a partir del estudio de preferencias institucionales y de la inseguridad que afecta flujos de migrantes, zonas fronterizas interestatales y espacios urbanos metropolitanos. Los cuatro autores logran establecer puentes entre la inercia derivada de la costumbre instaurada en el periodo colonial de usar el territorio como campo de batalla por las riquezas del país, el diseño de políticas públicas actuales para reorganizar los cuerpos de policía y los patrones de inseguridad en que viven las regiones y ciudades.
El libro convoca a diseñadores de políticas públicas de seguridad, estudiosos en los campos de geografía, historia, sociología, ciencias políticas, planeación urbana y regional, y al público en general, a reflexionar sobre las opciones para transitar hacia un estadio de seguridad ciudadana con democracia y libertad.