Daniel es un joven estudiante de arte. De niño, dibujando, descubre una verdad que lo acompañará persistentemente, torturando su mente y, creando un particular concepto acerca del propósito de su existencia, en su paso por este mundo. Este dibujo, fue el de un hombre de pequeñas dimensiones, el cual ubicó en la parte central superior de una hoja en blanco. No trazó un piso debajo de él. Dejó un gran espacio vacío y, al observar aquello en conjunto…Le produjo terror. Pues, entendió que así mismo sucedía con él. Sintió que nada lo ataba a la vida. Advierte que todo lo que le rodea, tenía poder para borrar su existencia y, al igual que su dibujo, dejar solo una hoja en blanco, cuando llegué su turno. En su proceso de madurez, conoce personajes con disímiles características, que influyen en su concepción de la vida, impulsándolo a profundizar su búsqueda, para encontrar, cuáles fueron las causas que impidieron que su paso por este mundo, fuese lo que él hubiese querido. Encuentra en el tiempo, el miedo, la muerte y, el amor de pareja, los responsables directos de su desdicha. Concluye, que si un factor de naturaleza intangible, mental, logra somatizarse y provocarnos daño físico, entonces, es posible neutralizar su influencia, como se práctica en las terapias psicológicas. Siendo un artista plástico, resuelve materializar estos enemigos invisibles, confeccionándolos él mismo, para luego quemarlos en un ritual —que según él—, lo desligaría de sus yugos, logrando de esta manera, dar el primer paso, hacia el camino de su liberación. ¿Logrará su cometido? ¿Habrá encontrado la forma de emanciparse del Karma? —La respuesta está escrita, en el capítulo final de esta novela.
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