Esta es una obra sobre el oficio de rey (o reina), sus privilegios y servidumbres, muy particularmente entre éstas la que acaso fuera la principal, la obligación de asegurarse descendencia, naturalmente con un cónyuge que aportara al matrimonio y a los hijos un linaje conveniente y a ser posible una buena dote, lo que convertía al matrimonio en mero asunto de estado y a su consumación –otro tipo de batallas, digamos con el poeta que de amor- en un acto casi siempre desprovisto de cualquier matiz de afecto e incluso de atractivo erótico, cuando no engorroso y hasta ingrato; que para lo otro –el amor y la pasión, o simplemente el puro sexo, digamos que los torneos de amor- estaban a mano muchas otras mujeres deseables y por lo general dispuestas. Y su marco histórico, la Europa del siglo XVI.
La Historia de la época, en suma, aunque contemplada desde las alcobas de los palacios más que desde sus despachos y los campos de batalla. Todo lo cual con no poco sentido del humor, por cierto, pues mucho de lo que voy a relatar lo provoca directamente o lo exige para mejor digerirlo. Una crónica satírica, en suma, porque cuántas veces la Historia es una commedia giocosa más que una ópera dramática.
La Historia de la época, en suma, aunque contemplada desde las alcobas de los palacios más que desde sus despachos y los campos de batalla. Todo lo cual con no poco sentido del humor, por cierto, pues mucho de lo que voy a relatar lo provoca directamente o lo exige para mejor digerirlo. Una crónica satírica, en suma, porque cuántas veces la Historia es una commedia giocosa más que una ópera dramática.