La música es la expresión del alma; y la música folclórica la expresión del alma de un pueblo. Sus costumbres, su idioma, trajes típicos, festividades, historia, personajes reales o mitológicos, sus héroes, sus supersticiones, el pensamiento comunal: el folclor, su identidad.
“Folclor” viene del alemán Volk (que se pronuncia folk), y es una simple palabra, que significa tantas cosas.
Y se puede conocer todo sobre un pueblo, a través de su música. También los cuentos, mitos, leyendas, supersticiones, historias, fábulas; pero la música se percibe por medio del oído, y nos entra directamente al corazón. Si es un ritmo alegre, nos incita a bailar; un buen vals, una buena polca; si el carácter de la canción es solemne, triste, melancólico, patriótico, entusiasta, nos transmite perfectamente esos sentimientos. Y esos mismos sentimientos tenía el autor o autores al componer la melodía.
Muchas canciones, sobre todo antes del siglo 20, nacieron en el corazón de una persona, conocida o desconocida en el futuro; por ser un sentimiento generalizado en la población, esa melodía en particular fue transmitiéndose de boca en boca, de oído en oído, rompió las barreras geográficas y llegó a otras poblaciones, pero que compartían esos sentimientos; entonces ahí también prosperó.
Así como a la naturaleza le lleva miles de años en crear una especie, animal o vegetal, a la humanidad le lleva, mucho menos por cierto, décadas, crear una canción folclórica. Cientos de miles han de haber salido de los corazones de millones de personas, pero solo unas cuantas sobrevivieron: las que verdaderamente demostraban el sentimiento popular.
Y no hay que confundir Folclórico con Popular: el segundo término expresa una determinada canción que en la actualidad es escuchada y cantada por una población, que se escucha silbada o tarareada en la calle, o, en la actualidad, suena en el radio, youtube, televisión, una y otra vez. Pero no se sabe si dentro de diez años, mucho menos cien, esa misma canción será recordada, pues no es realmente folclórica.
Antes de la invención de la imprenta en el siglo 15 por Gutenberg, la música era más difícil de registrar: únicamente miembros de la iglesia eran los que podían, en ambos sentidos de la palabra, escribir las partituras, que no eran como las de ahora. Entonces, podían filtrar las canciones, escribiendo solamente las que eran dignas de ser perpetuadas para el futuro. Obviamente abundaron en esta época las canciones eclesiásticas, muy solemnes, y bellísimas por cierto, alabando a Dios, que de paso, se lo merece; los cantos gregorianos, y música interpretada en laúd son las que se conocen de dicha temporada: la edad media.
Los cantantes callejeros eran quienes difundían la música, y alguien descubrió que por medio de una melodía un mensaje podía ser escuchado y entendido más fácil que dicho sin música; nacieron los Moritaten, canciones con moraleja (el nombre viene de “Moralitaten” {Moralidad} acortada), que generalmente eran cantadas por Bankelsänger, la versión de la edad media del noticiero de hoy; llevaban grandes telas con ellos, con dibujos como las caricaturas o los “cómics” de hoy, e iban señalando cada dibujo mientras cantaban la canción. También se difundían las noticias por este medio.
Alrededor del fin de esta época, coincidió con un brote enorme de peste bubónica que diezmo la población de Europa, más que todo debido a condiciones ideales para la enfermedad, en una población con muy poca higiene.
Un poco después de inventarse la imprenta fue la “Ilustración”: las personas empezaron a dudar de los pensamientos, los dogmas que imponía la iglesia. Además que los pensamientos, conocimientos, y también la música, podían ser publicados libremente, no eran ya filtrados por monjes, obispos o párrocos. Coincidió con la revolución religiosa creada por Martin Lutero en Europa, que más adelante creó persecuciones y guerras.
“Folclor” viene del alemán Volk (que se pronuncia folk), y es una simple palabra, que significa tantas cosas.
Y se puede conocer todo sobre un pueblo, a través de su música. También los cuentos, mitos, leyendas, supersticiones, historias, fábulas; pero la música se percibe por medio del oído, y nos entra directamente al corazón. Si es un ritmo alegre, nos incita a bailar; un buen vals, una buena polca; si el carácter de la canción es solemne, triste, melancólico, patriótico, entusiasta, nos transmite perfectamente esos sentimientos. Y esos mismos sentimientos tenía el autor o autores al componer la melodía.
Muchas canciones, sobre todo antes del siglo 20, nacieron en el corazón de una persona, conocida o desconocida en el futuro; por ser un sentimiento generalizado en la población, esa melodía en particular fue transmitiéndose de boca en boca, de oído en oído, rompió las barreras geográficas y llegó a otras poblaciones, pero que compartían esos sentimientos; entonces ahí también prosperó.
Así como a la naturaleza le lleva miles de años en crear una especie, animal o vegetal, a la humanidad le lleva, mucho menos por cierto, décadas, crear una canción folclórica. Cientos de miles han de haber salido de los corazones de millones de personas, pero solo unas cuantas sobrevivieron: las que verdaderamente demostraban el sentimiento popular.
Y no hay que confundir Folclórico con Popular: el segundo término expresa una determinada canción que en la actualidad es escuchada y cantada por una población, que se escucha silbada o tarareada en la calle, o, en la actualidad, suena en el radio, youtube, televisión, una y otra vez. Pero no se sabe si dentro de diez años, mucho menos cien, esa misma canción será recordada, pues no es realmente folclórica.
Antes de la invención de la imprenta en el siglo 15 por Gutenberg, la música era más difícil de registrar: únicamente miembros de la iglesia eran los que podían, en ambos sentidos de la palabra, escribir las partituras, que no eran como las de ahora. Entonces, podían filtrar las canciones, escribiendo solamente las que eran dignas de ser perpetuadas para el futuro. Obviamente abundaron en esta época las canciones eclesiásticas, muy solemnes, y bellísimas por cierto, alabando a Dios, que de paso, se lo merece; los cantos gregorianos, y música interpretada en laúd son las que se conocen de dicha temporada: la edad media.
Los cantantes callejeros eran quienes difundían la música, y alguien descubrió que por medio de una melodía un mensaje podía ser escuchado y entendido más fácil que dicho sin música; nacieron los Moritaten, canciones con moraleja (el nombre viene de “Moralitaten” {Moralidad} acortada), que generalmente eran cantadas por Bankelsänger, la versión de la edad media del noticiero de hoy; llevaban grandes telas con ellos, con dibujos como las caricaturas o los “cómics” de hoy, e iban señalando cada dibujo mientras cantaban la canción. También se difundían las noticias por este medio.
Alrededor del fin de esta época, coincidió con un brote enorme de peste bubónica que diezmo la población de Europa, más que todo debido a condiciones ideales para la enfermedad, en una población con muy poca higiene.
Un poco después de inventarse la imprenta fue la “Ilustración”: las personas empezaron a dudar de los pensamientos, los dogmas que imponía la iglesia. Además que los pensamientos, conocimientos, y también la música, podían ser publicados libremente, no eran ya filtrados por monjes, obispos o párrocos. Coincidió con la revolución religiosa creada por Martin Lutero en Europa, que más adelante creó persecuciones y guerras.