En Moscú, Raúl Sánchez recibe una orden: «Ramón Santamaría tiene 48 años y es compatriota suyo. Trabaja para la Central, está en Madrid y tiene que morir». Durante la Guerra Fría, varios agentes soviéticos son «liquidados» por un ejecutor sin escrúpulos. ¿Un error de cálculo de los servicios secretos norteamericanos o un estudiado ataque al enemigo? Como dos máquinas mortíferas y despiadadas, la lucha entre ambos agentes será tenaz. Perseguidor y presa inician un juego a muerte por las calles tranquilas y confiadas de Madrid. Nunca antes la caza de un hombre había sido tan brutal, tan salvaje, tan mortalmente humana.
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