Símaco fue el último gran orador romano dentro de la tradición clásica y el último senador cuya correspondencia se recogió y publicó. Sus cartas reflejan los intereses sociales e intelectuales de una aristocracia cultivada y ociosa.
Quinto Aurelio Símaco (h. 340-h. 402 d.C.) fue, además de prefecto de Roma durante un año, un destacado orador y prosista. Perteneció a una de las más distinguidas familias senatoriales romanas, que poseía grandes territorios en África, Numidia, Sicilia y el sur de Italia. Se puso dos veces del bando de un emperador usurpador: Máximo en el 383 y Eugenio en el 392-4. En ambas ocasiones logró congraciarse con Teodosio después de la derrota y muerte del adversario (Teodosio necesitaba su apoyo, pues era una de las cabezas visibles de la clase senatorial). Símaco era pagano, y es una ironía de la historia que fuera él quien recomendara a san Agustín para el puesto de profesor de retórica en Milán.
Su correspondencia consiste en unas novecientas cartas repartidas en diez libros, de cuya edición se encargó su hijo tras su muerte. Los nueve primeros están compuestos por misivas personales acerca de circunstancias privadas, dedicadas más a las relaciones sociales que a la información acerca de hechos públicos, y reflejan los intereses sociales e intelectuales de una aristocracia cultivada y ociosa. El libro décimo consta de las Relationes, los informes oficiales enviados por Símaco al emperador Valentiniano II; está formado por cuarenta y nueve despachos, de los cuales algunos son saludos formales y muchos se refieren a complejas cuestiones legales que implican conflictos de leyes, y muestran el modo de proceder obsesivamente concienzudo de los gobiernos romanos de época tardía en algunos campos.