Marginado por villista, por ser de una mujer, por salirse del canon, Cartucho es uno de los grandes textos de la literatura mexicana. Como señala Jorge Aguilar Mora en su prólogo a este libro, como ningún otro escritor de la Revolución, Nellie Campobello se aproximó al acontecimiento pasajero, aparentemente insignificante, pero profundamente revelador. Perpetuó los instantes más olvidables para otros y más intensos para quienes los vivieron. Ella escribió de lo sucedido en “una tarde tranquila, borrada en la historia de la Revolución”. Su hallazgo iluminador fue hundir la historia –la macrohistoria– en los recintos más diminutos de la voluntad de los hacedores de esa historia. No hay detalle que no tenga un sentido totalizador, no hay un instante que no sea la grieta finísima por donde entra la eternidad.
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