Cuando se publicó la primera edición de Casa grande en 1908, con el epígrafe de «Escenas de la vida en Chile», se convirtió en un éxito editorial sin precedentes en Chile. Pero al mismo tiempo, surgieron severas y polémicas críticas, ya que ciertos personajes de la oligarquía chilena se vieron reflejados en la novela.
En 1985 Rodrigo Nulf escribió: «Cuando su novela Casa Grande, sale a la luz en 1908, se produjo un escándalo entre la “gente linda” y su autor, fue rotundamente combatido, condenado al aislamiento, se le negó el saludo en la calle y la prensa lo fustigó sin piedad (…)».
Para Orrego el punto de partida de cualquier obra literaria es la observación y el análisis de la verdad actual. La trama de la vida es la trama de la novela; el ejercicio literario no puede reducirse a una mera fantasía, el autor debe sacudir y conmocionar a lector con el propósito edificante y ético de mejorar la sociedad.
«No pensé, ni por un momento, en escribir la relación de un caso determinado, cualquiera que fuese. Comencé por este punto de partida: el estudio de “un matrimonio” dentro de la “nueva” sociedad chilena y en la época actual de transición. Escogí como medio la alta sociedad santiaguina con sus tradiciones nobiliarias —aún más cerradas que la sociedad vienesa, según me decía un diplomático–, en el momento en que se ve desbordada por improvisadas fortunas. Las luchas del dinero y del lujo le dan un carácter especialísimo de actitud, de tirantez, casi de agonía, sacrificio supremo para no ceder el paso.»
En 1985 Rodrigo Nulf escribió: «Cuando su novela Casa Grande, sale a la luz en 1908, se produjo un escándalo entre la “gente linda” y su autor, fue rotundamente combatido, condenado al aislamiento, se le negó el saludo en la calle y la prensa lo fustigó sin piedad (…)».
Para Orrego el punto de partida de cualquier obra literaria es la observación y el análisis de la verdad actual. La trama de la vida es la trama de la novela; el ejercicio literario no puede reducirse a una mera fantasía, el autor debe sacudir y conmocionar a lector con el propósito edificante y ético de mejorar la sociedad.
«No pensé, ni por un momento, en escribir la relación de un caso determinado, cualquiera que fuese. Comencé por este punto de partida: el estudio de “un matrimonio” dentro de la “nueva” sociedad chilena y en la época actual de transición. Escogí como medio la alta sociedad santiaguina con sus tradiciones nobiliarias —aún más cerradas que la sociedad vienesa, según me decía un diplomático–, en el momento en que se ve desbordada por improvisadas fortunas. Las luchas del dinero y del lujo le dan un carácter especialísimo de actitud, de tirantez, casi de agonía, sacrificio supremo para no ceder el paso.»