Hace algunos años
— ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿Batman?
—Gabito, ¡dejá el teléfono! —exclamó el abuelo Vozza a su nieto Gabriel, que no paraba de jugar con un viejo teléfono rojo que descansaba sobre un escritorio, en el cuarto que hacía muchos años había sido el estudio donde el abuelo trabajaba, o al menos eso tenía entendido la familia.
Gabriel volvió a colgar el teléfono. Miró a su abuelo con cara de puchero esperando no ser regañado. Desde el fondo de la habitación se podía escuchar un televisor que mostraba la vieja serie de Batman, aquella protagonizada por Adam West. Una producción decrépita y un doblaje al castellano aún peor. Como no podía ser de otra manera, los niños de aquella generación adoraban aquel programa.
El niño le señala a su abuelo la pantalla del televisor, viendo cómo Adam West, encarnando al encapuchado y conocido superhéroe, contesta un teléfono rojo exactamente igual al que había en la habitación.
—Tenés un teléfono igual al que tiene Batman —dice Gabito emocionado. Su abuelo ajusta la mirada a través de sus anteojos y comprueba que lo que dice su nieto es verdad, se le escapa una carcajada.
—Gabriel —le dice poniendo la mano sobre su hombro—. Este teléfono, aunque esté en este cuarto juntando polvo, es muy importante, y no hay que jugar con él, siempre tiene que estar colgado por si alguien llama.
—Pensé que no funcionaba abue, es que nunca lo escuché sonar —contestó el pequeño, agachando la cabeza en señal de arrepentimiento.
—Y esperemos que nunca lo tengamos que escuchar… Ahora andá afuera a jugar con tu hermanito.
— ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿Batman?
—Gabito, ¡dejá el teléfono! —exclamó el abuelo Vozza a su nieto Gabriel, que no paraba de jugar con un viejo teléfono rojo que descansaba sobre un escritorio, en el cuarto que hacía muchos años había sido el estudio donde el abuelo trabajaba, o al menos eso tenía entendido la familia.
Gabriel volvió a colgar el teléfono. Miró a su abuelo con cara de puchero esperando no ser regañado. Desde el fondo de la habitación se podía escuchar un televisor que mostraba la vieja serie de Batman, aquella protagonizada por Adam West. Una producción decrépita y un doblaje al castellano aún peor. Como no podía ser de otra manera, los niños de aquella generación adoraban aquel programa.
El niño le señala a su abuelo la pantalla del televisor, viendo cómo Adam West, encarnando al encapuchado y conocido superhéroe, contesta un teléfono rojo exactamente igual al que había en la habitación.
—Tenés un teléfono igual al que tiene Batman —dice Gabito emocionado. Su abuelo ajusta la mirada a través de sus anteojos y comprueba que lo que dice su nieto es verdad, se le escapa una carcajada.
—Gabriel —le dice poniendo la mano sobre su hombro—. Este teléfono, aunque esté en este cuarto juntando polvo, es muy importante, y no hay que jugar con él, siempre tiene que estar colgado por si alguien llama.
—Pensé que no funcionaba abue, es que nunca lo escuché sonar —contestó el pequeño, agachando la cabeza en señal de arrepentimiento.
—Y esperemos que nunca lo tengamos que escuchar… Ahora andá afuera a jugar con tu hermanito.