He querido titular así mi texto porque quizás en este IV Centenario se hablará más del hijo que del padre, de la rama más que del tronco, del repique más que de las campanas. Y así deberá ser puesto que el centenario es de la obra, no del autor. Pero yo no me quiero olvidar de éste ni quiero desligarle tampoco de su gran obra. Por eso le traigo con su nombre y con el apellido del hidalgo, como una foto del autor en primer plano y con su obra al fondo.A fin de cuentas, de ambos se trata porque son inseparables.
El tono desenfadado solo pretende desdramatizar los verdaderos dramas que fueron las vidas de ambos. Claro, la del hidalgo está más que contada en el texto. La del autor es mucho menos conocida, aunque no menos dramática. Y la única real, por eso me ocupo de ella. Sin entrar en profundidades ni excesivos detalles que complicarían la agilidad de la lectura. Eso sí: mi más absoluto respeto a ambas.
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