En la segunda corrida de feria celebrada en Sevilla pocos años después de la retirada de Guerrita y tomando parte en ella este matador, se jugó una corrida de Miura, grande y con respeto. El cuarto que correspondía matar al referido matador, fue un toro difícil entre los difíciles, y de los que decía Juan León que eran la ira de Dios en un pellejo y según Cúchares, vienen a llevarse el dinero de la temporada. Convencido el espada que había que jugarse el todo por el todo y desarrollar toda la habilidad e inteligencia de un torero, se estrechó con él, le castigó de verdad y lo despachó superiormente. Tan imponente faena dearrolló que fue objeto de una de las más delirantes ovaciones que escucho.
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