En apenas 120 años, el cine y los medios de expresión derivados de él: la televisión, el vídeo, las imágenes digitales, se han convertido en la más formidable, masiva e influyente de las formas de comunicación inventadas por la humanidad a lo largo de su historia, además de en la base de unas industrias muy poderosas, y no sólo desde el punto de vista económico.
Cualquier persona está hoy expuesta, desde su primera infancia, al influjo determinante de estos medios, sin embargo, el cine y su lenguaje siguen estando fuera del ámbito fundamental de la enseñanza. Los pocos acercamientos que se han hecho han estado centrados en el contenido de las películas, y no en las formas de expresión que proponían, no en su lenguaje, no en los elementos específicos de la comunicación audiovisual, y mucho menos en los posibles efectos sobre quienes contemplan sus creaciones.
A través de esta obra el lector conocerá los procedimientos expresivos del cine y sus derivados, como forma de asegurar lo que llamaremos comprensión de los significados de cada obra concreta, condición imprescindible tanto para poder adoptar una actitud personal ante ella como para alcanzar un verdadero disfrute de la misma, más allá de la simple aceptación pasiva, el gusto superficial o el tan manido como engañoso entretenimiento.
Cualquier persona está hoy expuesta, desde su primera infancia, al influjo determinante de estos medios, sin embargo, el cine y su lenguaje siguen estando fuera del ámbito fundamental de la enseñanza. Los pocos acercamientos que se han hecho han estado centrados en el contenido de las películas, y no en las formas de expresión que proponían, no en su lenguaje, no en los elementos específicos de la comunicación audiovisual, y mucho menos en los posibles efectos sobre quienes contemplan sus creaciones.
A través de esta obra el lector conocerá los procedimientos expresivos del cine y sus derivados, como forma de asegurar lo que llamaremos comprensión de los significados de cada obra concreta, condición imprescindible tanto para poder adoptar una actitud personal ante ella como para alcanzar un verdadero disfrute de la misma, más allá de la simple aceptación pasiva, el gusto superficial o el tan manido como engañoso entretenimiento.