Aunque inicialmente dependientes de los escenarios de Broadway y en gran medida inspiradas en esas obras, las películas musicales pronto consiguieron encontrar una fórmula propia, proporcionando un formulario de arte vital que aportaba un sabor escénico muy superior a cualquier espectáculo en directo. Quizá por ello, y durante 50 años, o incluso desde su nacimiento, el musical ha demostrado que es el Ave Fénix de la industria cinematográfica. Inmer-so en una competencia razonable con estilos tan dispares como el western, el cine épico, el romance y hasta las hazañas bélicas, este género ha sido capaz de revivir una y otra vez, muy a pesar de los malos augurios de sus detractores, empeñados en condenarle al fracaso desde sus inicios. Y es que si hay un genio creativo que va unido siempre a cualquier producción cinematográfica, éste es indudablemente el musical, justo cuando el beso apasionado de dos enamorados es acompañado por la canción que ambos entonan acertadamente a dúo.
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