No hablamos apocalípticamente, aunque pueda aparecer, a veces como metáfora, la figura del apocalipsis, como fondo imaginario, para ilustrar; tampoco hablamos como la decadencia de occidente, como lo hacía en tono apocalíptico y profético Oswald Spengler, en su conocido libro La decadencia de occidente; bosquejo de una morfología de la historia universal. No estimamos, a la manera marxista, el hundimiento en sus contradicciones del modo de producción capitalista, como resultado de la dialéctica de la historia; sino, que consideramos que tanto el sistema-mundo capitalista como su derrumbe solo se dan y pueden darse por la proliferante práctica, plural, local, social, colectiva, grupal e individual, de las fuerzas sociales, atrapadas en las mallas institucionales; en el segundo caso, del derrumbe, en contraste, por la liberación de la potencia social. Lo que impide comprender que el mundo construido es resultado de la praxis social, lo que obstaculiza el librarse de las capturas institucionales, lo que inhibe liberar la potencia social, la potencia creativa e inventiva, para construir mundos alternativos, es la “ideología” generalizada, que corresponde a la economía política generalizada. Por eso, se pone mucha atención en la crítica de la economía política generalizada, en la crítica de la “ideología” generalizada, que es crítica a la fetichización generalizada, que para nosotros, corresponde a la crítica del poder, en todas sus formas, variaciones y genealogías, critica de las dominaciones polimorfas.
La primera parte, está dedicada a la crisis del sistema-mundo político; la segunda, a la crisis de la democracia representativa. El título de la primera parte retoma una proposición hecha en un escrito, que está incluido en este ensayo, que se titula precisamente Sistema-mundo político, como sugiriendo otro plano de intensidad, esta vez, político, del sistema-mundo capitalista, entrelazado con la economía mundo capitalista y con la cultura-mundo. En los capítulos de esta primera parte se ocasionan desplazamientos teóricos; no se asume el sistema-mundo político reducido y circunscrito al orden mundial, que, mas bien, se considera como la malla institucional, la maquinaria imperial, por así decirlo, del orden de las dominaciones a escala mundial. El sistema-mundo político desborda la malla institucional del orden mundial, malla institucional mundial que busca poner orden en el desorden planetario, en el caos múltiple, plural, proliferante, de bullentes singularidades, que hacen al mundo efectivo, en constante devenir. El sistema-mundo político, entonces, es este caos, desde la perspectiva reguladora del orden mundial; caos organizador, que se sistematiza, por así decirlo, espontáneamente. Son los efectos masivos de la bullente singularidad de las acciones, las prácticas, las relaciones, múltiples, la que ocasiona efectos masivos, molares, conformando tejidos entrelazados, más que instituciones. Tendríamos que hablar de lo previo, de prejuicios, de habitus, de esquemas de conductas y comportamientos. En consecuencia, no es un camino adecuado comprender y conocer el sistema-mundo político en las fuentes discursivas de las instituciones; esto es como creer en la propia imagen que tienen de sí mismas estas instituciones. El recorrido adecuado para aproximarse al mundo efectivo, al sistema-mundo político, es, más bien, el de las prácticas, de las acciones, de los tejidos entrelazados, de los mapas yuxtapuestos de los dominios, como espacios, y de las resistencias, como territorios.
La primera parte, está dedicada a la crisis del sistema-mundo político; la segunda, a la crisis de la democracia representativa. El título de la primera parte retoma una proposición hecha en un escrito, que está incluido en este ensayo, que se titula precisamente Sistema-mundo político, como sugiriendo otro plano de intensidad, esta vez, político, del sistema-mundo capitalista, entrelazado con la economía mundo capitalista y con la cultura-mundo. En los capítulos de esta primera parte se ocasionan desplazamientos teóricos; no se asume el sistema-mundo político reducido y circunscrito al orden mundial, que, mas bien, se considera como la malla institucional, la maquinaria imperial, por así decirlo, del orden de las dominaciones a escala mundial. El sistema-mundo político desborda la malla institucional del orden mundial, malla institucional mundial que busca poner orden en el desorden planetario, en el caos múltiple, plural, proliferante, de bullentes singularidades, que hacen al mundo efectivo, en constante devenir. El sistema-mundo político, entonces, es este caos, desde la perspectiva reguladora del orden mundial; caos organizador, que se sistematiza, por así decirlo, espontáneamente. Son los efectos masivos de la bullente singularidad de las acciones, las prácticas, las relaciones, múltiples, la que ocasiona efectos masivos, molares, conformando tejidos entrelazados, más que instituciones. Tendríamos que hablar de lo previo, de prejuicios, de habitus, de esquemas de conductas y comportamientos. En consecuencia, no es un camino adecuado comprender y conocer el sistema-mundo político en las fuentes discursivas de las instituciones; esto es como creer en la propia imagen que tienen de sí mismas estas instituciones. El recorrido adecuado para aproximarse al mundo efectivo, al sistema-mundo político, es, más bien, el de las prácticas, de las acciones, de los tejidos entrelazados, de los mapas yuxtapuestos de los dominios, como espacios, y de las resistencias, como territorios.