El evangelio de Marcos es un texto esencial para entender el cristianismo, pues expone la vida mesiánica de Jesús desarrollando la primera teología fundada en ella. Su trama y las bases de su argumento fueron utilizadas de un modo directo por Mateo y Lucas, e indirectamente por Juan. Ciertamente, en la visión del cristianismo, sigue siendo esencial la aportación de Pablo; pero sin la historia de Jesús que ofrece Marcos, la teología de Pablo hubiera terminado perdiendo su «mordiente», que es inseparable de la humanidad de Jesús. Es posible que Marcos no hubiera podido escribir su evangelio si no hubiera existido antes Pablo, el gran apóstol de Jesús. Pero la aportación de Pablo no hubiera podido mantenerse si no hubiera sido recreada por la «biografía» de Jesús que ofrece Marcos. El apóstol Pablo, que actuó entre el 34 y el 64 d.C. anunciando la inminente venida de Jesús, que había muerto hacía muy pocos años, interpretaba el evangelio como anuncio de la resurrección y la gloria del Cristo, sin interesarse casi por la historia de Jesús. Por el contrario, Marcos, que escribió su libro unos años después (entre el 70-74 d.C.), tras la muerte de Pablo y de Pedro, interpretó el evangelio como anuncio de la vida y la presencia del Jesús histórico. Su lectura constituye una inmensa aventura intelectual y religiosa. Es como volver a los principios de la vida, al como Jesús y los primeros cristianos lo vivieron, para recuperar de esa manera las raíces de la humanidad. «Convencido de eso -nos dice el autor- tras haber ofrecido muchos cursos sobre el tema en la Universidad Pontificia de Salamanca, me atrevo a condensar ya mi visión del evangelio de Marcos en este nuevo comentario didáctico-pastoral.
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